Finlandeses e islandeses hablan dos idiomas aparte de su lengua materna. Cosa que no hacen ni ingleses ni franceses, por cierto.
En España, la introducción del portugués en los colegios, así como la reintroducción de las lenguas clásicas, nos ayudaría mucho. La introducción al griego y al latín abre al alumno un gran abanico etimológico, haciendo constantes descubrimientos que le ayudarían a relacionar ipso facto multitud de palabras y conceptos que, de complicados, pasarían a lógicos y sencillos; así como el portugués, lengua vecina y culta, pulmón ibérico, asimismo ayuda a entender el castellano antiguo (cuya lógica está muy emparentada hasta el siglo XIX), amén de conectarnos de algún modo con otras lenguas españolas como el gallego o hasta el catalán. Y no en vano Brasil es un gigante donde hay muchos descendientes de españoles y una inmigración española reciente; y el África Lusa, junto con Guinea Ecuatorial, es un mundo a conocer y trabajar; y reforzados estos lazos, no le sería tan fácil a anglosajones y franceses andar a placer por el continente negro.
Con todo, habrá criterios utilitaristas (siempre simplones) que digan que eso no sirve para nada, que eso no da dinero, que no es útil… Y bueno, no se enteran que los números necesitan de una lógica; de una lógica amplia y contrastada que no desarrollamos precisamente porque, amén de rebajar las ciencias, suprimimos las letras. Por eso es difícil que salgan científicos o escritores; porque de hecho cuando salen, se les margina. Total, pudiéndose ganar dinero (“números») con la telebasura y etcétera…
Y así, estamos creando de la Península a América una masa de borricos spanglish, que no saben a dónde van ni de dónde vienen; siempre presa de sustituciones culturales ramplonas; y siempre presa del que, por lo menos, tenga seguridad de espíritu y cultura.