«…El maharajá quedó al punto prendado de la belleza y encanto de Anita. Jagatjit no dudó en mandar varias peticiones a la joven malagueña a cambio de dinero, algo que Anita consideró vender su cuerpo y se negó. Tras varios intentos por parte del monarca hindú de acercarse a la bailarina, entre las que se encontraba una petición firme de matrimonio, Jagatjit consiguió su cometido. Aunque no sin la ayuda de unos ilustres alcahuetes como fueron Romero de Torres y Valle-Inclán, quienes manipularon una carta de Anita en la que aceptaron por ella el compromiso matrimonial…»
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