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¿Milagro en La Habana?

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No todos los Papas hacen milagros, esa no es función en este mundo

Detrás de casi todos los presos cubanos del régimen, puede identificarse un factor “político” pero eso no los convierte automáticamente en “presos políticos” según los criterios internacionales actuales

 
E. Yáñez, CE
Si los Papas no hacen milagros, como deberíamos saber todos, no tiene sentido esperar que el Papa Francisco haga en Cuba lo que no puede hacer.
Mucho menos que logre en una visita de tres días lo que corresponde a los cubanos, después de más de medio siglo de tiranía, obtener con su esfuerzo y sus acciones. Pero como al fin y al cabo somos cubanos, muchas veces no nos basta con pretender que el presidente de Estados Unidos, quienquiera que sea, priorice y coloque nuestros intereses por sobre los de los americanos. También pretendemos que el Papa, quienquiera que sea, ponga nuestros intereses por sobre los de El Vaticano y los de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
El sábado 16 se espera al Papa Francisco en La Habana, en visita como “Mensajero de la Misericordia”, y durante tres días estará en la capital, Holguín y Santiago de Cuba en misión pastoral, para después visitar Estados Unidos. Su visita, sin dudas, resultará conveniente para el régimen y su imagen internacional, no porque el Papa sea comunista, como dicen algunos trasnochados, sino porque La Habana se plantea expectativas realistas con esta visita.
Sin embargo, eso no basta para considerar que no podrá tener resultados positivos y optimistas para los cubanos, y mucho menos para condenarla. Aunque las excesivas expectativas de muchos disidentes y exiliados podrían llevarles a la frustración cuando las cosas no ocurran como quisieran los despistados.
Sería ingenuo olvidar que Francisco, heredero del trono de San Pedro en esta Tierra, alguien que con su sencillez y humildad personal se ha ganado el respeto y admiración de muchas personas en el reino de este mundo, y no solamente de los católicos, es también un jefe de Estado obligado a la realpolitik, persona que ha jugado un papel determinante en los contactos entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, con tareas que realizar y objetivos que lograr en su visita a esas dos naciones. No por gusto al terminar en Cuba viajará a EEUU. Absurdo creer que desarrollará su visita a ambos países centrado solamente en asuntos del Más Allá, cuando hay tantos temas pendientes en el Más Acá, ya que ambos gobiernos, por la tozudez, perfidia, odios, complejos y malas intenciones del iluminado y enajenado “máximo líder” cubano, han estado absurdamente enemistados durante cincuenta y seis años.
El régimen, los opositores en la Isla y los exiliados, cada uno a su manera, espera algo del Papa en su visita a Cuba. Sin embargo, no deben pedirse peras al olmo ni milagros a Francisco. Imposible esperar que reclame por presos políticos, cuando la oposición, por mucho que denuncie, no ha sido capaz de presentar una lista juiciosa de presos políticos en Cuba. Ni puede pretenderse que presos condenados por intentar secuestrar aviones civiles o colocar bombas en lugares públicos sean vistos como tales: en el mundo de hoy, “prisionero de conciencia” es una categoría muy bien definida que no se aplica a todos los encarcelados.
Detrás de casi todos los presos cubanos del régimen, desde 1959 hasta la fecha, puede identificarse un factor “político” y complicidades y confabulación entre el gobierno y el poder judicial, que no disfruta de la más mínima independencia: miserias, escaseces, limitaciones, arbitrariedades, caos, legislación caprichosa, abusos, amenazas, extorsiones, corrupción, cohecho. Todo lo que pudiera argumentarse. Pero eso no los convierte automáticamente en “presos políticos” según los criterios internacionales actuales. Mientras no se acabe de aprender esa lección, el absurdo, el burlesco y las frustraciones seguirán siendo pan nuestro de cada día.
Estos criterios no serán bien recibidos por quienes después de más de medio siglo esperan milagros diariamente y creen en Santa Claus y Los Reyes Magos. Tirios, troyanos y castristas pedirán mi cabeza para saciar a guardianes de libros sagrados, centinelas de la pureza, e irreductibles combatientes verticales del Teatro de Operaciones Militares de La Rampa, la Calle Ocho o el Parque del Dominó. Las fieras siempre piden sangre fresca cuando tienen hambre.
Francisco visitará Cuba, desarrollará actividades pastorales como “Mensajero de la Misericordia”, y hablará, como dicta el protocolo, con el jefe de Estado del país anfitrión. Además, visitará al excomulgado tirano en retiro que fusiló cubanos, reprimió a la Iglesia Católica, persiguió creyentes, confiscó cruelmente sus propiedades, impuso oficialmente el ateísmo, prohibió la enseñanza religiosa, negó verdades y obras de las iglesias, adoctrinó a los cubanos desde la infancia contra la religión y sus enseñanzas, deportó masivamente sacerdotes y monjas, penetró con agentes instituciones religiosas para utilizarlas a su servicio, y despedazó la nación cubana y sus más altos valores cívicos, religiosos y patrióticos.
Yo no soy quién para juzgar lo que el Papa Francisco haga durante su visita a Cuba como vicario de Cristo en la Tierra.
Sin embargo, lo que haga como jefe de Estado y homo politicus, incluyendo saludar al patético y excomulgado Comandante, que al no ostentar hoy cargos oficiales no obliga para nada al Papa a reunirse con él y rendirle pleitesía, desdeñando el dolor y miseria de tantos cubanos, es asunto de Jorge Mario Bergoglio y de las miserias de esta tierra, que nada tienen que ver con su alta investidura religiosa.
Si como Papa no puede realizar milagros, no podrá convencernos a muchos de que reunirse con el tirano y sonreír con él podría tener alguna justificación en esta tierra.
Ni humana ni divina.

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