De momento, casi todas las transacciones se realizan en efectivo y muchas veces se acepta depositar parte del dinero en el extranjero
La apertura cubana ha puesto a salivar a medio mundo
Son muchos los que quieren llegar los primeros y comprar a precio de ganga
El puzle se complica aún más si consideramos que los ciudadanos cubanos solo pueden ser propietarios de dos casas
Milly Díaz, cubana, aprendió el oficio de agente inmobiliario en Reino Unido; ahora ha vuelto a la isla y ha abierto la agencia Cuba Homes Direct. Su misión es vender casas y guiar a sus clientes por los entresijos de un mercado peculiar. Un rápido vistazo por los portales de venta revela que una manera de marcar estatus y elevar el valor de una propiedad consiste en aclarar que es de “construcción capitalista”. Léase anterior a 1959, año de la llegada de Fidel Castro al poder. Milly traduce: “Se refiere a todas las casas construidas antes de la Revolución; es un dato muy relevante, pues las construcciones posteriores son de ‘calidad mixta’ porque las hicieron personas sin calificación que creaban brigadas para construir sus propias casas”. Este fenómeno se llamó microbrigadas y es responsable de no pocos engendros constructivos. Si usted era médico o periodista y aspiraba a tener su casa, se le daba un año sabático para que fuera a trabajar a la construcción y, con sus propias manos, levantara su casa y la de otros sin haber puesto un ladrillo en su vida. “Una construcción capitalista es muy deseada”, prosigue Díaz. “No solo por tener una arquitectura mejor pensada, sino porque los materiales son mejores”.
Otra nomenclatura importante: “vivienda cercana a hoteles y hospitales”. Lo cual significa agua corriente a diario y bajo riesgo de apagones. Aunque hay anuncios más explícitos que avisan: “Agua siempre”. En otras ocasiones hay que leer la letra pequeña para entender: “¡Vendo o me reduzco!”. Es decir: “Vendo apartamento de construcción capitalista (dos cuartos) o me reduzco a apartamento de un cuarto, también de construcción capitalista”.
“Hay términos que suponen un riesgo para los compradores que no quieran hacer obras de envergadura”, explica Díaz. “Por ejemplo, los que describen los techos de estructura lineal propios de las casas de entre 1930 y 1950 de El Vedado, uno de los barrios más cotizados de La Habana. Se anuncian con un lacónico ‘viga y losa”.
De momento, casi todas las transacciones se realizan en efectivo y muchas veces se acepta depositar parte del dinero en el extranjero. “En Cuba no existen hipotecas y las transferencias a través del banco son residuales”, corrobora la agente. Y no puede comprar una casa cualquiera. Cuba solo autoriza a cubanos residentes en la isla o autorizados por el Gobierno a vivir fuera, así como a extranjeros con residencia permanente. Dado que la mayoría de los compradores –turistas y cubanos no residentes– no cumplen los requisitos, se afianza la figura del testaferro. “Normalmente los extranjeros confían en amigos cubanos o en sus parejas, también cubanos, para obtener una propiedad. Siempre les explicamos los riesgos de hacerlo”, advierte Díaz. El mercado inmobiliario cubano siempre ha estado condicionado por un activo volátil: la pasión entre cubanos y turistas. Se desconoce a cuánto cotiza el kilo de testaferro local, pero la tendencia es alcista.
El puzle se complica aún más si consideramos que los ciudadanos cubanos solo pueden ser propietarios de dos casas, y no dan abasto para tanto turista interesado en invertir. Cuba siempre ha sido un país de grandes cifras: 100% de alfabetizados, 100% de población vacunada, 100% de niños escolarizados… Pronto será el primer país de América Latina con 100% de propietarios. Me asegura un agente inmobiliario de La Habana que hasta los niños de dos años tienen ya escrituras a su nombre.