Por: Giordan Rodríguez Milanés
Si algún diría me pidieran elaborar una consigna para, nosotros, los cubanos, enunciaría la siguiente: «Mercenarismo, NO; debate honrado, diversidad política, inclusión, SÍ»…
Uno aprende a no creer en los medios, ni en las opiniones mediatizadas por la prensa o las redes sociales -parece una contradicción puesto que uso las redes sociales, pero jamás he aspirado a que crean en mi, sino a que crean en ustedes mismos, piensen por ustedes mismos-, uno aprende que en materia de ideopolítica, -como en la vida-, toda «verdad» está estigmatizada por la postura que la jerarquía política preconcibe. Dicho simple y llanamente: que la mayoría de la gente toma partido por lo que cree correcto, justo, o por lo que, al menos, se acerca a eso que cree correcto y justo.
Me han contado que cada miembro de la delegación cubana que participó en la Cumbre de las Américas, es un cubano honrado, amante de su Patria, defensor de su nación; y no tengo razones concretas para dudarlo, así que les doy mi beneficio. También me ha contado que Rosa María Payá, por ejemplo, es una mercenaria, vendida a los intereses de una potencia extranjera y, de ser así, jamás podría contar con mi apoyo pues, nadie vaya a equivocarse, la única Cuba que amo es la de los cubanos, y no la que nadie se invente para beneplácito de unos cuantos.
Pero también me han contado que YO soy mercenario, que YO soy agente de la CIA, que YO estoy al servicio del enemigo… También me han contado que MIS PALABRAS hacen daño, que pretender un modo diverso de convertir mi país en un escenario mejor PARA TODOS, sin hacerle coro a las consignas oficiales, es un crimen…
Entonces no puedo dejar de preguntarme: Será que Rosa María Payá es tan mercenaria como dicen que soy YO, está tan al servicio de la CIA como dicen que estoy YO, está al servicio de un enemigo histórico como dicen que estoy YO? Al menos, sé, que en mi caso son puras falacias. Y en el caso de ella?
Y es por esa duda, que mi consigna sería: «»Mercenarismo, NO; debate honrado, diversidad política, inclusión, SÍ»… Pero como no soy sujeto de repeticiones huecas, mi consigna no tiene rima. No tiene musicalidad, ni ritmo. Lo más probable es que jamás sea coreada ni por los que aquí apoyan y siguen ciegamente cuanto les indican y ordenan -como las gallinas ponedoras de «Rebelión en la Granja»-, ni por los que allá juegan a la democracia, le hacen genuflexiones al anexionismo, al odio y la venganza, y de paso va viviendo un poco mejor que la mayoría de nosotros, «los pobres de la tierra».
Asumiendo que los mercenarios existen -sé que existen, la historia lo demuestra, y existen los «Caballos de Troya»-, no puedo dejar de preguntarme cuánto pensan. Cuánto pesan los mercenarios? Pesan tanto como los gritos en aquella sala de Perú? Pesan tanto como nuestras propias ineficiencias, nuestras propias insuficiencias? Pesan tanto el tal Almagro como para interrumpirlo, y ofrecerle a Rosa María la oportunidad de mostrar la «mala educación» de una juventud autodenominada la vanguardia combativa de la Patria? Fletar un avión de Cubana -que casi no tiene aviones, según el periódico Granma-, y priorizar ese gasto ante otros necesarios, acaso no es un modo de legitimar a esos mercenarios, si es que en verdad lo son? No sería más sensato mirarnos las caras, y bajo el imperio de la ley, el respeto, los valores, sentarnos a debatir? Y no sería más sensato juzgar, en debido proceso, y condenar a los traidores si lo fueran?
Amigos y enemigos, deténganse un momento, por favor, traten de no juzgarme esta vez. Reflexionen -reflexionemos-, como cubanos todos.
Los tiempos obligan a la inteligencia
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