No es de recibo en el siglo que está corriendo que un conflicto laboral empresa-trabajador, intervengan, para joder al trabajador, fuerzas policiales que no se crearon precisamente para garantizar ese orden que es el sueño de los caciques españoles, que después se van a sus puticas alardeando lo machotes que son.
Los sindicatos españoles que solo existen a nivel de peladura de gambas y cigalas, que han cavado con amor y primor la fosa para enterrar al obrero español, a la medida y profundidad que les ha ordenado el empresariado español, una vez más en el caso de lo que acontece en el aeropuerto del Prat de Barcelona y en otros aeropuertos, los subvencionados de los medios de comunicación se sienten orgullosos de dar la democrática noticia de que el gobierno (o el estado, qué más da, montan tanto, joden tanto) es capaz, tiene poder para masacrar a los obreros, que lo único que están pidiendo es que si la empresa Eulen (a saber de quién coño es amigo la empresa Eulen) está ganando dinero a porrillo anualmente, ellos, los obreros, no pueden ir cada año a peor y ganar menos haciendo más horas.
Dentro de mi certeza personal de que España nunca va a formar parte de la unión europea en un rango de asociación mayor de la existente en este minuto, porque en Europa hay muchos retretes y los españoles en edad laboral presentan una tipología de obediencia y mansedumbre adecuada para la realización de tales labores a destajo y poco consumo de agua, con la visión que estamos presenciando del “tremendo poderío sindical español”, que se encienden sus buenos puros cohíbas, a pique de que les de tos, mientras los sindicatos policiales junto a todos los sindicalistas españoles no le hacen una peineta al gobierno o al estado español( qué más da, tanto jode, jode tanto) y dejan a los obreros en su puñetera postura de inferioridad respecto a un sistema que utiliza fuerzas policiales que no están concebidas para esas tareas de represión, porque se trata simplemente de un conflicto de patrones (vaya usted a saber quiénes son esos patrones) contra unos trabajadores que los están jodiendo en todos los campos.
Está claro que vencerán los buenos, los del casino y sus amigos sindicalistas del puro. Y está claro que por la prensa subvencionada española, correrá un eco de aplausos defendiendo los resortes de poder de un gobierno, o estado, que se preocupa y mucho por el bien de los pasajeros de las líneas aéreas, que eran nuestras, por unos servicios de vigilancia portuarios, que eran nuestros; vamos, que no estaban cedidos por aquello del “negosí a los amichis”, cuando España sacó un poco la cabeza y la decapitaron unas hordas cristianas-sociatas- conservadoras, entre aplausos de los potenciales limpiarretretes.
La llamada patronal o sindicalismo sentado en sillón financiado a tope por el gobierno, o el estado, qué más da, que todo su problema de siempre ha radicado en vigilar el ácido úrico generado por el abuso del consumo diario del marisco, no ha tenido problema alguno de subvención anual ni con los franquistas ni con sus herederos sociatas-cristianos- conservadores, siempre en cuantía muy superior a todos los sindicatos que había en origen en España, y hacen lo que les da la gana con la sociedad española y las leyes laborales.
Los sindicatos, de siempre afeados porque estaban subvencionados, pero cobrando mucho menos que la patronal, fue la perdiz a abatir a cañonazos una vez que los sindicalistas de verdad se hicieron viejos, se retiraron a sus casicas normales, y se murieron o mandaron al carajo a sus sucesores, para contemplar con desasosiego como el sindicalismo español, por el que hubo y se gestó con mucho sacrificio, se lo caramelearon un puñadico de verdaderos golfos, en connivencia con la patronal con la que comían, rezaban y se iban a la cama juntos, y dejaron al obrero español solo ante el peligro.
Está claro que el español, el que menos, es dueño de una ínsula con árboles frutales y comida en abundancia donde no es necesario el trabajar en asuntos mecánicos, y menos si son trabajos de cintura para arriba, el hecho de afiliarse de número y pagar una cuota al sindicato, es algo que no se ha inyectado desde la escuela y muchos menos desde la escuela que se llama colegio cristiano, porque apenas la sociedad española ha tenido tiempo de forjar un sindicalismo serio como el que empezó después de la posguerra con Franco vivo y castigando.
Y así como siempre se ha visto y se ve que para la patronal no falta un euro ahora y una peseta antes, a las cacas secas de los sindicalistas herederos de los sindicalistas verdaderos del origen, el hecho de que desde el estadado o el gobierno, qué más da, les dijera que los iba a dejar sin subvención, los metía dentro del retrete de inmediato.
Todo porque los finolis de los sucesores de los verdaderos sindicalistas originarios, se dieron cuenta, descubrieron, lo elegantes que resultaban sus personas comiendo y haciéndose los de “buena familia” en los mejores restaurantes del mundo, y, a las pocas bases que se movieron al estilo de lo que debe ser un sindicato, los mandaban a sus centros con las mismas palmaditas que les daba el gobierno, o el estado, qué más da, a ellos anualmente.
Hasta que laboralmente han dejado a España hecha unos zorros plagadica de ladrones y sinvergüenzas.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.
Los sindicatos, unos machotes
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LA MISMA COSA
Más que el acero
de la mejor navaja manchega
me corta y hace herida
cuando sintiendo estar en lo cierto
dicen que ya no hay ideología,
que todo es una masa igual,
como si matar y morir
fueran una misma cosa.
Como si un cazabombardero
volando
parecido tuviera
con el tremolar multicolor
silencioso y precioso,
de una mariposa,
o el coqueteo
de una zagalica en flor.
Como si una vida
de suciedad y miseria
que nace caduca y vieja
lo mismo fuera
que vivir pendientes
de las ojeras
o de las cotizaciones
de las petroleras…
Tu y yo, compañero,
como los pimientos,
cuanto más viejos,
más rojos y retorcidos,
y malaya para siempre
para la multinacional.