Hasta María Antonia Bolívar, “la criolla principal” y hermana del dictador de la Gran Colombia, recaló en Cuba, recalcando su fidelidad a la Corona.
Antonio Moreno Ruiz
Uno de los factores a priori poco conocidos de la “independencia” de la América Española fue el brutal revés demográfico que sufrió en muy poco tiempo, cambiando vertiginosamente la faz de aquella tierra. El historiador colombiano Pablo Victoria (1) ha calificado aquello como “genocidio bolivariano”, y desde luego, es un término que se ajusta perfectamente a la justicia histórica. D. Pablo recuerda, asimismo, cómo los principales perjudicados por el indigenismo son los criollos.
Otro historiador colombiano, Luis Corsi Otálora QEPD (2) ,entre otros muchos datos interesantes, documentó que el actual territorio colombiano, hacia principios del siglo XIX, contaba con un 62% de población blanca. El sector criollo y mestizo victorioso (3) fue tan ciego que, expulsando a los peninsulares, lograron que muchos criollos también optaran la vía del mar. Y eso coincide con un período de «blanqueamiento» de Cuba y Puerto Rico, islas que, amén de recibir emigración ibérica, también recibieron a muchas familias realistas criollas e incluso también a familias francesas huidas de Haití. Hasta María Antonia Bolívar, “la criolla principal” y hermana del dictador de la Gran Colombia, recaló en Cuba, recalcando su fidelidad a la Corona.
Con todo, Puerto Rico era llamada «la Antilla blanca» y Cuba contaba con más de un 50% de población blanca hasta que llegó Fidel Castro, quien era hijo de gallego, como tantos otros cubanos de sangre española. Todavía en la época de Batista, a pesar de la bota yanqui, los cubanos criollos se seguían considerando españoles. Y ello explicaría, entre otras cosas, que en su masivo exilio a Florida, nunca hayan querido ser considerados como el resto de «latinoamericanos». Así las cosas, la tiranía castrista fue la que dio el gran empujón contra la demografía lógica de Cuba, siguiendo el triste destino de muchos vecinos hispanoamericanos.
Al final, la poderosísima cultura criolla, esto es, la proyección hispana de América, ha quedado reducida a pieza de museo. Y ni eso. Cuando he estado en reuniones criollas, ya sea a nivel amical o a nivel musical/cultural, me he sentido como en casa, comprobando esa especial conexión que hay especialmente con Andalucía y Canarias. Pero no es algo que se viva en el día a día, en ciudades caóticas, malas imitaciones del «american way of life» y dizque «milagros económicos» que envuelven grandes dosis de miseria en todos los sentidos.
Como bien dice el historiador quiteño Francisco Núñez del Arco, “la mortandad de criollos, de españoles americanos, de blancos, fue grande durante la guerra de independencia, ese es otro factor de su reducción, las élites americanas, las verdaderas, fueron exterminadas o arrojadas al ostracismo. En Quito hay familia de la más alta nobleza, como los San Miguel, que por realistas fueron expulsadas de la vida pública, hoy sus descendientes mestizados y con un brutal y total descenso social, viven en la Amazonía ecuatoriana y no figuran en lo más mínimo en el país, casos así abundan de entre quienes no pudieron abandonar la maldita república bolivariana. En Pasto, por ejemplo, buena parte de su población actual desciende de la soldadesca de Bolívar antes que de los realistas criollos pastusos.”
Hablando de Pasto, uno de los muchos bastiones realistas de nuestra América, cabe reseñarse que ya en el siglo XVIII se había formado una floreciente y tranquila comunidad mestiza influenciada, amén de los indios, por los emigrados gallegos y asturianos. Y todo fue arrasado por la invasión bolivariana. Invasión donde proliferaron las violaciones, sabidas y consentidas por Bolívar y Sucre.
Así las cosas, algo más que “agradecerle” a la “independencia”. Fenómenos que se vieron en el siglo XX, como la salida de los pieds-noirs de Argelia o los crímenes contra boers de Sudáfrica, pasaron mucho antes en América. Y no precisamente por culpa de los indios o los negros. Fue todo un paranoide mundo ideológico de auto-odio, auspiciado y aprovechado por los británicos (los mismos que estuvieron a punto de exterminar a irlandeses y a boers), lo que nos hizo a principios del siglo XIX querer liquidar hasta la última gota de nuestra propia y preciada sangre. Y como sigamos así, pronto lo vamos a conseguir, hasta ser extraños en nuestras propias tierras.
¿Por qué nos empeñamos en caer tan bajo, teniendo tanto potencial positivo entre dos grandes orillas del mundo? ¿Aprenderemos algún día de nuestros errores?
(1)Sobre Pablo Victoria:
http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2010/08/una-referencia-especial-y-completa.html
(2)Sobre Luis Corsi Otálora QEPD:
http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2013/12/rip-luis-corsi-otalora.html
(3)Se suele decir que la culpa de la independencia fue de los criollos, pero seamos justos: Ni por asomo todos los criollos fueron separatistas. Muchas veces, la historiografía oficial/nacionalista ha calificado a líderes realistas como “españoles”, cuando sí que eran españoles, pero españoles de ultramar, tal y como documenta Francisco Núñez del Arco en su libro “Quito fue España”, que un servidor tuvo el honor de prologar. Sobre este libro capital:
https://www.facebook.com/113868212144988/photos/a.153549084843567.1073741864.113868212144988/486980814833724/?type=3
http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2016/07/mis-lecturas-quito-fue-espana-historia.html
Grande España peninsular y España de ultramar. Ojalá algún día se puede recuperar ese espiritu realista perdido.
Buen articulo al autor!
Esa pérdida de nuestra identidad, nos levó a heredar, uno tras otro,a gobiernos egoístas con militantes políticos serviles y sin compromiso con sus pueblos.