La patria anjá

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La patria es esencia y es también bobería

 
Le podrás llamar isla, nación, ese país, paraíso perdido, tierra del marabú o el bayú de Mariela. Suma, resta y divide, multiplica, estornuda y sigue siendo patria, ya no le busques más, que no hay vuelta de hoja ni trampa que te valga. La patria te persigue como una maldición, no importa que te muestres bacán y papichuli, gallito posmoderno o light posnacional. La patria es una llaga que nunca se te cura.

La patria es holograma y es también anagrama: la patria es la triapa como una oda un hado. La patria es un sombrero de guano, una bandera, una mulata encuera y el himno nacional. Es suculento ajiaco de espesa cubanía, degradado en caldosa aguachenta y vulgar. La patria es el último refugio de un bribón, según el viejo dicho tan redicho y citado. ¿Y cuál será el primero?, pregunta mi otro yo. La patria es pedestal, es ara y taburete, no te pongas pesado, es lo uno y lo otro o lo otro y lo uno, que van sumando dos.
La patria es de todos, la patria no es de nadie. Es Martí en Dos Ríos y Yarini a caballo rondando en San Isidro a sus putas francesas y al harén nacional. Tiburón que se baña y salpica la historia, botella y pirulí, mayoral dando cuero, republicanamente, con cañona y bravata. Es dulces para todos, aplanadora y plasta, presidente cordial o sargento taquígrafo, madrugón en Columbia, salud, salud, salud… Y es un negro paréntesis de ya casi seis décadas.
La patria siento un bombo es un toque de santo, una bemba, un bembé. Es guateque guajiro, es el punto cubano, zapateo y caringa con el tingo-talango. La patria gloria patri es el lechón asado, el chilindrón de chivo y el congrí oriental, es tamal en cazuela y la yuca con mojo; el bombín de Barreto, el bidé de Paulina, la finca de los monos, la esquina del pecado, Lola a las tres en punto de la trágica tarde, Matías Pérez volando en un globo a Miami y otros típicos tópicos que son estereotipos, comodines y mitos o leyendas urbanas.
La patria es Pato Macho comiéndose una frita allí en el parque Trillo antes de ser baleado. Es test de cubanía con preguntas capciosas, ponme la mano aquí, un cuestionario vano que sin embargo pesa. La patria es esencia y es también bobería. Es mambo y chachachá, la sabrosa sandunga de una conga habanera, aé la chambelona.
Marta Abreu en París y siempre en Santa Clara, doña Amalia Simoni, Rosa la Bayamesa, capitana y yerbera, y América Arias, capitana también… la patria es la matria y es testosterona, Agramonte a galope buscando a Sanguily, el Apóstol en Tampa, el coronel Cayito, el tío bisabuelo y mambí con tres pares que iba a la vanguardia del general Maceo, desnaturalizado por aquel cimarrón. Me la debes, Barnet.
La patria es un despojo en el doble sentido: aporía y atraco, quaternio terminorum, un círculo vicioso, dialelo y pescadilla que se muerde la cola; desborde de cloacas, nostalgias congeladas, putería en bandeja, despetronque y anjá. Y es un baño de asiento, agua de Clavelito, una limpieza a fondo con canela y albahaca.
La patria es todo eso, es eso y mucho más. Es tesis y es antítesis, o síntesis y prótesis, metátesis, metáfora, metonimia y runrún. La Caridad del Cobre con su trío de Juanes, resurrección a nado, el mar y la tormenta, el milagro y la vida, el carajo y la vela, la muerte y la desgracia. En fin, la sanación, o salvación sin uve que es la salación.
¿Que Cuba es un constructo, una invención martiana, una larga y estrecha abstracción discursiva? No manches, académico. La patria es desayuno de pan con mantequilla y un buen café con leche. O un pastel de guayaba en el café Palais de mi infancia remota y creo que feliz, niñez de mermelada, pulpa de tamarindo, platanito manzano, batido de mamey, guarapo y coco prieto en mi pueblo natal.
Dos patrias tengo yo que son Cuba y la noche, se dolía Martí sin patria y sin amo, sin sosiego ni paz. O La Habana y la noche, el vacilón paródico a lo Cabrera Infante hasta el amanecer. La patria es portátil, ubi bene ibi patria, es molde y es patrón, es trama y es urdimbre, maraña primigenia, sublimación del ruido, victrola atronadora en la calle Real con Orlando Contreras cantando un bolerón.
La patria es expatriarse o vivir punto en boca. La patria es el exilio, balseros a la mar, desajuste cubano, pies secos pies mojados. Es el duro destierro de Heredia a flor de piel y su oda inspirada al Niágara impetuoso. Es impronta e impromptu, torrente, desnudez y palmeras virtuales. Es canon y es choteo, un boniato jojoto o un mango apolismado. La patria te prometo, la patria no te toca, al combate corred, enfants de la patrie. Que la patria es la madre del cabo Pérez Pérez. Lo dijo Feliciano, el sargento mayor, paisano de mi pueblo y un tipo de anjá.
Le podrás llamar isla, nación, ese país, tierra del marabú o el bayú de Mariela, y sigue siendo patria, oasis o espejismo, pero la patria al fin. No intentes escaparte que no hay escapatoria.

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