«…Una vez se empezó a tener conciencia de la dificultad de ese trabajo se plantearon otras opciones como que los misioneros aprendiesen las lenguas nativas para transmitir la palabra de Dios, pero al ser estas miles a lo más que podrían llegar sería a aprender algunas en el ámbito local donde iban a trabajar, algo muy complicado también.
Pasados los primeros años de la conquista empezaron a tomarse decisiones más prácticas. El 7 de junio de 1550 el rey Carlos I emitió una Real Cédula en la que se declaraba a favor de enseñar el castellano a las élites nativas para agilizar y facilitar la comunicación con ellos a nivel oficial, pero, de nuevo, en ningún momento prohíbe o condena el uso de las lenguas nativas o trata de imponer el español como lengua única. Unos pocos años después el Consejo de Indias…»
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