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Isabel II, demasiado humana para ser Reina

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Hablando de Isabel II es inevitable tocar el tema de la «cuestion de palacio» vamos, su vida sexual para hablar claro

 
Es un tema que genera mucha curiosidad e interés, tanto que eclipsa toda su labor de gobierno, pues pareciera que lo único que hizo en su vida fue amar.
Isabel II no hizo nada que no hicieran antes su padre y todos sus ascendientes, y despues de ella Amadeo quien en dos años tuvo mas amantes que Isabel en toda su vida, y lo mismo puede decirse de su hijo y su nieto, pero esta claro que su condicion de mujer hace que se le perdone mucho menos esos pecados extrictamente personales.

Yo creo que bienaventurados los pueblos cuya principal queja hacia sus gobernantes es lo mucho o lo poco que follan.

La reina se casó a los 16 años y lo hizo con su primo Francisco de Asís por razones políticas en contra de su voluntad. Ella misma dijo “¿qué se puede esperar de un hombre que en la noche de bodas vestía más encajes que yo?” No está claro que el Rey consorte fuese homosexual como se rumoraba, ya que tuvo amantes femeninas en España como la condesa de Campo Alange. Ya en el exilio se relacionó con la cantante de ópera Hortensia Schneider. Pero aún sin serlo, era poco hombre para tanta mujer, y la Reina encontró a otros mancebos que la satisficieron, no sólo en el plano sexual, también en el afectivo. Su relación con su marido siempre fue de rivales, él era prácticamente Carlista y conspiró repetidas veces en contra de los intereses de su mujer. Su ambición era gobernar, pero a pesar de las acusaciones de debilidad, Isabel II tuvo el suficiente carácter para resistir presiones de todo tipo durante todo su reinado.
No es que fuese una mujer especialmente romántica, pero nadie puede vivir indefinidamente en la soledad afectiva en que su marido la tenía. En sus disputas y reconciliaciones siempre era ella la que ponía más de su parte, de tener otro marido habría sido una estupenda esposa.
 

Hagamos un repaso de los hombres más conocidos que pasaron por su vida

Tras la boda su primer amante conocido fue el general Francisco Serrano a quien la reina llamaba “el general bonito” algunos historiadores le atribuyen la paternidad de un hijo malogrado.
Tras Serrano, fue Manuel Lorenzo de Acuña marqués de Bedmar el favorito de la reina, bailes, cenas en “Lhardy”, y diversiones unieron a los dos jóvenes. Se le adjudican tres hijos que no lograron sobrevivir.
Se atribuye al comandante José María Ruiz de Arana, conde de Sevilla, la paternidad de su primera hija Isabel Francisca de Asís que sería conocida como la Chata.
Arana perdió el favor de la reina en 1856 siendo sustituido por Enrique Puigmoltó, Conde de Peñafiel, un joven y guapo capitán de ingenieros. De esa unión nació en 1857 el futuro Alfonso XII a quien las malas lenguas llamaban el “Puigmontejo”.
Tras la marcha forzosa de Puigmoltó, Isabel II se refugió en los brazos del abogado, poeta y periodista Miguel Tenorio de Castilla, a quien nombró su secretario particular. Como consecuencia de esa relación nacieron sus tres hijas menores Pilar, Paz y Eulalia.
La reina aun tuvo un embarazo pero el hijo no sobrevivió. Tampoco se conoce la identidad del padre aunque se baraja la hipótesis -con poco sustento- de Tirso de Obregón barítono de éxito.
A la reina se le adjudican muchos otros amantes, pero eso entra en el apartado de maledicencias, prácticamente no podía tener una relación afectuosa con un hombre sin que se dijese que era su amante, como el profesor de canto Francisco Frontera Laserra o el apuesto barítono José Mirall.

Isabel era una mujer piadosa y sufría cargos de conciencia pero su ardiente naturaleza se acababa imponiendo, de ella el Papa decía “Putana…. ma pia

Tras la salida de España se separó de su marido y se instaló con Carlos Mafori en París. No fue el último amante.
Su desordenada vida personal (de la que no era verdaderamente responsable a mi parecer), era el principal reproche que se le podía hacer;  siendo por lo demás una mujer generosa y de buen corazón. Una reina nada autoritaria y muy alejada de la falsedad y crueldad de su padre. También es de reseñar que la relación con la reina no significaba obtener cargo político alguno, sólo Carlos Marfori fue ministro, pero lo fue con anterioridad a la relación y por ser sobrino de Narváez. Al relacionarse con la reina dejó de ser ministro y pasó a ser intendente de Palacio.

Curiosamente, la vida privada de Isabel era un arma política en España, mientras que su contemporánea Victoria de Inglaterra gozaba de una clase política que tapaba su relación con el Sr. Brown un guardabosque, o con criados hindúes; es más, hoy en día se la presenta como modelo de virtud y moralidad. Es el clásico ejercicio de hipocresía inglesa.

Para eso en España tenemos un dicho «dime de que presumes y te diré de que careces» que le viene al pelo a Victoria de Inglaterra. Eso sí Victoria era más «demócrata» en sus gustos por los hombres, mientras que Isabel gustaba de nobles y militares aguerridos, Victoria se relacionaba con criados.
 

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