José Gabriel Barrenechea.
Ahora resulta que la transmisión de la enfermedad es responsabilidad de las personas que llegan desde el extranjero. Esa gran área de caos más allá del alcance ordenador de nuestro Estado, guarida del Mal y los malvados que pretenden quitarnos la salud pública y la educación gratuitas, además de la libreta de abastecimiento y las glorias que se han vivido.
Aunque quizás sí, ellos sean los responsables. Por varios meses han acaparado para sí, tras pagárselas al Estado cubano, las pruebas PCR, mediante las cuales se detecta el virus en Cuba, mientras el número de las aplicadas a los residentes se mantenía estancado, en el mejor de los casos. Lo cual ha permitido que indetectada la infección aumentara lentamente entre la población, a resultas de los que llegan del extranjero portadores del virus, sí, pero también del que ya circulaba en la Isla antes de la apertura de fronteras, y que no había sido controlado.
Porque recordemos que el virus no había sido erradicado de Cuba para el momento en septiembre en que los ómnibus comenzaron a circular, las escuelas se atestaron de niños y jóvenes… y no hablemos de las aglomeraciones en las colas, porque esas nunca se han detenido. Todo ello algo antes de la apertura de fronteras. Con la que, por cierto, el numero de los PCR positivos de habitantes de la Isla comenzaron hasta a disminuir a ratos, mientras en cambio los de los viajeros se multiplicaban.
Según estadísticas del régimen más del 70% de los contagiados en la Isla en los últimos dos meses han sido “contactos” de personas venidas del extranjero. No obstante, debe dejarse claro que mientras no se demuestre que el virus en el contagiado es exactamente el mismo que en su supuesto contagiador, no puede afirmarse con seguridad que ese haya sido el verdadero camino de la enfermedad. La encuesta epidemiológica sigue el camino de los contactos, y es bien sabido que en una cadena de contactos de contactos no hay necesidad de pasar del sexto grado para encerrar a toda la Humanidad. O sea, que en un país tan “relacionado” como Cuba los pesquisadores no deberán esforzarse mucho antes de lograr relacionar cualquier caso con quién quieran, y hasta culpar a Obama de ser el iniciador de la pandemia.
Nada indica que hayan sido los visitantes del extranjero, o los isleños que han ido y regresado, los máximos responsables de los actuales niveles de transmisión. Cabría, por ejemplo, culpar a los eventos públicos masivos como el que enfermó a buena parte de la plana mayor de la provincia de Villa Clara el pasado 29 de diciembre, o el amontonamiento del parque Trillo a fines de noviembre, y los innumerables que a seguido se multiplicaron de una punta a otra del país, y de los cuales hay bastante constancia en sitios oficiales, u oficiosos. Y sin duda debe señalarse las aglomeraciones diarias en sus escuelas de esos eficaces “agentes transmisores” de la enfermedad: los niños. Quienes ya es bien sabido cursan la enfermedad en la absoluta mayoría de los casos de manera asintomática, o con síntomas muy leves, pero que sin embargo se la transmiten con mucha mayor facilidad entre ellos, y después la pasan a sus familiares.
En la actual situación económica y financiera del país, con unas vacunas que no estarán disponibles, en el mejor de los casos, hasta bien entrada la primavera, cerrar o embarazar la entrada de visitantes, o los viajes de los isleños al exterior, las únicas fuentes de divisas de un país que tiene que importarlo casi todo, es una receta para matarnos de hambre a los de a pie.
En su lugar sería menos oneroso establecer formas de distribución organizada de lo poco que hay, que eviten las aglomeraciones en las colas, o detener el curso escolar. Pero nunca ni parar la actividad productiva y comercial, ni la entrada de extranjeros e isleños que viajan al exterior. Quienes además de ayudar a muchos y de activar la economía privada con sus pequeñas “importaciones”, con sus dólares y euros le permiten a quien detenta el Monopolio de la importación mayorista, el Estado, hacer sus compras en el extranjero… sin una relación activa con el cual no hemos nunca podido vivir en este Archipiélago Cubano”, mucho menos ahora.