José Gabriel Barrenechea.
El Patria o Muerte, o el Patria y Vida, expresan hoy el dilema cubano entre dos Nacionalismos.
Entre el nacionalismo de las élites “heroicas” y sin grandes necesidades, y el nacionalismo cotidiano de la gente que vive en el día a día, en plena supervivencia, y cuya imagen individual nunca saldrá en las fotos con las cuales la Historia documente el “heroísmo numantino» del Pueblo Cubano (para eso están las imágenes del Comandante, o de Gerardo Hernández Nordelo).
Expresan ambas frases el dilema actual entre, de un lado el nacionalismo ramplón que pretende imponerle sus condiciones e ideas al Mundo, aunque ello se haya demostrado irrealizable ya desde el fracaso del intento de sembrar otros dos “Vietnam” en África y América Latina, allá por el ya remoto 1968, y el nacionalismo realista, consciente de las verdaderas posibilidades nacionales, que es en consecuencia intento de adaptar la Cubanidad, sin perderla, a un Mundo en el que no podemos influir cuanto quisiéramos, y del cual tampoco podemos aislarnos.
Entre el nacionalismo que en un final solo es justificación del privilegio de una “Vanguardia Nacional”, de una aristocracia patriótica, y el nacionalismo de quienes deseamos acabar con las bases ideológicas del privilegio “patriótico”.
Puesto a escoger prefiero ese, claro, el de Patria y Vida, que no persigue el heroísmo del de Patria o Muerte, heroísmo guerrero que sólo viven los de arriba con sus necesidades básicas satisfechas, mientras los de abajo lo vivimos únicamente como carencias interminables, y más y más sacrificios.