Por: Jesús Díaz Loyola
Lo único que no pudo hacer la grande en vida, fue regresar a Cuba.
Cuando Celia Cruz, ‘La reina de la salsa’, murió en Nueva York en 2003, la enterraron con un puñado de tierra cubana, el país al que tanto amó y cantó, pero al que no pudo volver nunca desde su partida en 1960.
Lo único que no pudo hacer en su vida fue regresar a su país natal. Se lo contó a la agencia DPA, Omer Pardillo, quien durante muchos años fue el representante y casi un hijo para Celia.
“Solamente estuvo una vez de visita con la emigración de los balseros, pero en la parte americana, en la base militar de Guantánamo», relató Omer. «Había una cerca que divide Cuba de la base naval. Celia fue hasta allí, se paró, metió la mano por debajo y recogió tierra cubana del lado de allá y con esa se enterró.»
Celia siempre decía: ‘Tengo un pedacito de Cuba en mí con esta tierra”, contó para la historia Omer Pardillo.
Celia fue una reina indiscutible que nunca pudo tocar el trono de sus orígenes, pero allí ha seguido palpitando en el corazón de todos los cubanos que la supieron querer y admirar.
Su voz inconfundible, su estilo extrovertido que la hacían tan carismática y extravagante en el escenario, exportó al mundo la música salsa, los ritmos afrocubanos y y el jazz que hicieron de ella una expresión internacional de la música de una isla donde sus canciones fueron prohibidas por mucho tiempo, aunque en la vida real los cubanos la escuchaban en la intimidad de sus hogares.
«Que la cantante más importante de la isla de Cuba no se escuchara en la radio y sea vetada es algo muy fuerte que le dolió mucho a Celia Cruz y que lo llevó muy cerca de su corazón toda la vida», contó Pardillo sobre la espina que siempre tuvo clavada una artista que grabó más de 70 discos y en cuyo repertorio destacaban las guarachas cubanas, un delirio en ella. Celia no pudo pisar La Habana nunca, porque la quería en una Cuba Libre, el mismo «Cuba Libre» que escribió desde allí Madonna en una página de Internet.
Fue Madonna, estuvieron los Rolling, pronto irá Raphael, también lo hará Julio Iglesias, y así una estela de figuras que el banderín oficial ya permite.
Sin embargo, lo que cuenta y queda en el sentimiento de todo un pueblo es que, al menos, a Celia Cruz la llevaban y la llevan en el corazón todavía, y como a ella a toda esa elite de figuras que son expresión de cubanía y que van desde Gloria Estefan hasta Willy Chirino. Ninguno de ellos ha llegado aún a Cuba, aunque Chirino siga cantando que «ya vienen llegando».
Celia Cruz denunció siempre la situación del pueblo cubano, lo que la convirtió en enemiga del régimen. Un día después de la muerte de la cantante, el oficialista diario Granma, difundió una nota, en la que decía: «Durante las últimas cuatro décadas se mantuvo sistemáticamente activa en las campañas contra la revolución cubana generadas desde Estados Unidos, por lo que fue utilizada como icono por el enclave contrarrevolucionario del sur de la Florida.»
Su representante, Pardillo afirma que sí, que Celia Cruz fue símbolo del exilio cubano —para honra de todos— y que era muy querida en Miami, pero siempre culpó al gobierno cubano de no dejarla asistir al entierro de su padre en la temprana fecha de 1962, dos años después de abandonar la isla. Fue lo mismo que pasó con la convalecencia de su madre, que murió también sin que Celia pudiera verla nunca. Es lo que todavía sigue pasando con muchos cubanos, a los que les está negado volver la vista atrás, aunque los Rolling Stones y la mismísima Madonna ya sean glorias bendecidas en La Habana.
POSTDATA
Los Grammy a lo largo de su carrera justifican su estrellato, aunque la estrella no haya podido volver a cantar en Cuba, desde su partida en 1960.
Con el paso del tiempo, como muchas cosas en Cuba, Celia Cruz fue tolerada e incluso salió de una lista negra de artistas proscritos cuya existencia nadie nunca ha confirmado.
Tras la llegada de la Revolución al poder, Celia Cruz y el resto de componentes de la entonces famosa orquesta Sonora Matancera se exiliaron en México, en 1960. Entre los miembros del grupo estaba el trompetista Pedro Knight, quien fue el marido de Cruz durante más de 40 años. De México se marchó a Nueva York, donde vivió toda una vida. Su cubanía innata siempre estaba a flor de labio. Con su célebre exclamación de «¡Azúcar!», se convirtió en icono de Cuba fuera de Cuba. Su música no morirá nunca. Celia Cruz es una leyenda de la música cubana que se pasea por toda Cuba, aunque jamás haya podido volver a ella.
Jesús Díaz Loyola