Cuando servidor era un jovenzuelo, escuchaba, en esta España con un destino, más que claro, clarísimo en lo universal, que nadie nos explicaba lo que quería decir, palabras como pecado, herejía, blasfemia, infierno, purgatorio, rojo; y lo de rojo, generalmente iba acompañado con lo de comunista.
Y lo mismo que no sabíamos lo que significaba lo del destino en lo universal, ni aún el beaterío sabía muy bien qué era aquello de hacer una herejía. Y ya todo lo demás, blasfemia, infierno y purgatorio, como estaban muy cerca porque caminábamos sobre un infierno dentro de un purgatorio, sí sabíamos de primera mano nacional-católica, lo que significaba.
Hubo un tiempo posterior que, en ocasiones, quizás en muchas ocasiones, he escuchado a mucho jornalero hablar pestes del comunismo, porque todos los demás conceptos de las palabras citadas anteriormente se refieren a asuntos concernientes a cosas afectas a la religión; y, la sociedad, puede que hasta sin darnos cuenta, hemos superado de nuestro lenguaje habitual y coloquial tales palabras y conceptos porque lo consideramos de una ñoñez estúpida e infantiloid
Pero sigue estando de moda citar al comunismo como una pandemia que, por ahora, es la causa de todos nuestros males, y algo que, especialmente las religiones les huyen más que a los perros los gayaos, porque los deja sin subvenciones y tetas donde mamar.
Pero como está de moda ahora hablar de las grandes democracias del mundo, y, a la cabeza de todas ellas siempre se desgalillan los presentadores de las teles asegurándose de que tienen el nudo de la corbata bien puesto, o los mechones del cabello en su sitio, vamos a realiza un simulacro de lo que acontece en nuestra sociedad con el terrible comunismo:
Supongamos que existe una gran casa donde vivimos todos que llamamos la casa grande o casa sistema. Y resulta que dentro de esa gran casa sistema, la habitación que tiene una sanidad universal gratuita, que su costo lo pagamos entre todos, es, por tanto, una habitación comunista; pero que dentro de ella se vive con mayor calidad de vida que en la habitación de al lado, que tiene una sanidad capitalista-cristiana democrática de pago.
Seguimos caminando por el pasillo de la casa sistema, y la próxima habitación a la que entramos es la que regula los caminos, las carreteras, los sistemas y modos de transporte públicos, que, como también los pagamos entre todos, son comunistas, pero los hay, entre los que me encuentro, que los prefiero a las autopistas de pago y la privatización o capitalización de los medios de transporte.
En otra habitación contigua, vive la enseñanza pública y gratuita, laica, de libre pensamiento, cuya gente, normalmente, de un modo vocacional, se deja las pestañas investigando para el bien común; pero como se trata del bien común, es un asunto comunista, mucho más dañino que la enseñanza de lo bonito que es vivir en la búsqueda del paraíso terrenal donde crece el árbol del bien y del mal; pero, previamente hay que pagar para que te orienten, y si nos tienes dinero, a lo mejor te dejan que trabajes de peón analfabeto total.
Está claro que podría seguir escribiendo largamente de las maldades del comunismo y de las grandes ventajas del capitalismo; pero, del mismo modo que la sociedad en un proceso evolutivo hemos desterrado de nuestra cotidianidad aquellos términos medievales que inyectaron a nuestros antepasados los amasijos religiosos, con toda seguridad pronto el continuo nombre de comunismo como algo fatal, se trueque por la verdad real, de que solamente existen hombres gobernantes y pueblos, que los hay buenos y decentes, y otros que quieren vivir nombrando al coco.
Ah. Se me olvidaba que deciros que en Usa ha habido elecciones. Por si no lo sabíais.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.