EE.UU., un Estado ejemplar

Los medios casposos, la inmensa mayoría de los que emiten o se editan en España, lo consideran, la subvención obliga, como el estado ejemplar a imitar en una Europa, en una España, que al igual que la gente cubana, lo que desea es trabajar; vivir de su trabajo y que las bandericas y las patrias, salvadas y bien lavadas, se las lleven a la cama los padres y madres patrios y si quieren hasta las preñen o se preñen, pero entre ellos.

Una unión desunida de Estados, que al mejor estilo clásico tiene a cada minuto que expresar su lealtad inquebrantable hacia la democracia y la libertad, resulta que parten del principio paradójico que, para ser presidente de la citada mala unión de estados, de Usa, en semejanza a las diócesis y sectas religiosas, la condición primera y básica es que tienes que ser rico y que te den su bendición apostólica, cualquiera de los dos grandes “familias” que controlan el cotarro presidencial en EE.UU.

Y una vez que eres presidente, tu obligación básica es que con los impuestos que son de obligado cumplimiento pagar a las gentes mercenarias, para el caso no de la calle, sino que viven en las violentas calles, tener siempre armado un poderoso ejército al servicio no de los intereses de la gente Usa, sino al servicio del interés de las grandes corporaciones mercantiles, mineras, petroleras, o vaya usted a saber su verdadera actividad, pero nunca en devolverle ningún servicio público a la gente a cambio de sus impuestos.

En los democráticos EE.UU., puestos como ejemplares por la mayoría de los subvencionados medios españoles, la jubilación, las vacaciones, la enseñanza, los derechos de los trabajadores, la libertad ideológica y lingüística, ni existe ni se le espera que sea responsabilidad estatal; y todos esos bienes sociales que le dan cuerpo y sustancia a los pueblos, que los une sin necesidad de banderas, en EE.UU. están en manos privadas, que, con el paso del tiempo, la libertad la han fundido con el libertinaje de un gobierno, de unos gobiernos que te permiten morirte donde quieras, pero en la calle molestando, propagandísticamente pensando, lo menos posible.

El pequeño consuelo que nos queda a algunos que seguimos hablando español, y que nos gusta serlo, por cultura y porque nos encanta la protección social estatal muchísimo más que la especulativa privada y particular de las empresas, es que lo que en la Historia Sagrada de la España casposa se da por anotado como una iniciativa pura o netamente española de que se ayudó a que los EE.UU se independizaran de sus “primos” los ingleses, allá por el año de 1.779, cuando en el dintel de salón real de España, ponía el nombre de rey Carlos III.

En el revisionismo histórico, en la realidad histórica, España llevaba ya como ochenta años sin soberanía nacional alguna. Y de las dos Españas resultantes; una compuesta por el rey, nobles y clero, afrancesados y antiespañoles; y la otra compuesta por españoles, que cuando podían abandonaban España para no obedecer lo que disponía Francia, siempre con la bendición apostólica de las santísimas santidades romanas.

El hecho de que el Estado Español fue, y lo siga siendo, un estado pontificio con un voto de obediencia terrible y temible a la secta católica romana, y, como consecuencia al Santísimo Imperio Romano Germánico, y posteriormente a la también santa Santísima Triple Alianza, nos libera de que el pueblo español, la gente de la calle española, podremos ser pacientes y obedientes, pero gilipollas para tirarnos piedras y que nos caigan sobre nuestras propias cabezas, todavía no hemos llegado a ese extremo.

Los intereses franceses, siempre en pelea con los sajones, fueron los motores políticos que con el letrero de España y la ayuda y propaganda de la siempre liante y liosa de una crónica española escrita por los Coronistas, han dejado anotado que España, lo español, cuando no fue así, ayudaron a la independencia de la sierpe con varias cabezas venenosas que son los EE.UU. ejemplo social y político de nada.

Y aunque nada se pueda cambiar; y mucho menos cuando la subvención es fundamental para tener la puerta abierta diciendo mentiras de continúo, el pueblo español, la gente, en momento alguno engordó un sistema militarista para que le disparase.

Salud y Felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis

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