«…La frontera tiene una extensión de 3.145 kilómetros que recorren California, Arizona, Nuevo México y Texas. Pero la lucha por la tierra en esta zona es vieja y costó una guerra entre México y Estados Unidos que al sur de Río Grande se conserva en el imaginario y en sus canciones. Cuando Trump dice que hay que expulsar a los hispanos, incluidos los mexicanos, claro, utiliza un tono de propietario de rancho que no coincide con la historia.
Él lo sabe, o lo debería saber. Aquella guerra en la que México perdió la mitad de su territorio se declaró el 13 de mayo de 1846 y la paz se firmó el 2 de febrero de 1848, en la villa de Guadalupe Hidalgo, que dio nombre al tratado, hoy un barrio de la capital federal mexicana, después de haberla invadido, hecho que, sin duda, dejaba claro la voluntad expansionista del norte. La primera oportunidad se le ofreció antes de la independencia de México, bajo el Virreinato de la Corona española, cuando ésta –a través del tratado Adams-Onis– entregaba Oregón y Florida y ganaba Texas.
Con la independencia en 1821, México ratificó el tratado, pero EE UU lo vio como una oportunidad. A Texas llegaron miles de colonos norteamericanos que tenían el privilegio de no…»
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