Cortocircuito ideológico

A mi criolla señora, así como a tantos otros amigos hispanoamericanos, les impresiona que al estar en España, parecen no haber salido de Hispanoamérica. Y ello les resulta perceptible tanto para lo bueno como para lo malo. Y no es algo que vaya por «cuestiones académicas»; sino que se respira en el día a día. Por ejemplo: Uno puede ir de Sevilla a Córdoba, pero si se detuviera en cada sitio donde hay figuras, azulejos o esculturas de Santa Rosa de Lima o de San Martín de Porres, en vez de hora y pico tardaría meses; y no sabría muy bien si está en Sevilla, en Córdoba o en el Rímac o en Barrios Altos. En pleno centro de Sevilla (cerca de la capilla de Montserrat, cuya homónima hermandad fue fundada por catalanes; sí, hubo una época en la que los catalanes emigraban a Andalucía) hay un azulejo a San Martín de Porres, y no muy lejos de allí está la iglesia de la Magdalena, una de las más señeras de la ciudad que fue puerto y puerta de Indias, toda una mini-catedral donde puede apreciarse una escultura impresionante de Santa Rosa de Lima; la cual ya era conocida y hasta venerada en la Sevilla del siglo XVII. Y es de remarcar esto en una época donde las comunicaciones no fluían con la misma rapidez que hoy.

Y curiosamente, no muy lejos de esta zona, la comunidad peruana de Sevilla celebra en octubre al Señor de los Milagros.

En otro lugar del entorno del Casco Antiguo (que es el más grande de Europa), está la Capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, esto es, sede de la Hermandad de los Negritos, hermandad más antigua de la ciudad y cuyo modelo fue exportado al Perú en el siglo XVI, siendo que a día de hoy las cofradías limeñas lucen con el orgullo de la conciencia sus orígenes. Y en dicha capilla se venera a San Martín de Porres y a San Benito de Palermo, entre otros, tal y como yo he presenciado en plena Plaza de Armas de Lima.

Por eso siempre me pregunto que alguien con un pensamiento cerril/sectario/ideológico, y especialmente como es en nuestro tiempo la figura del progre (aparejado al indigenismo, animalismo y compañía), ¿qué siente al enfrentarse a la compleja realidad de dos mundos que se hacen uno? El cortocircuito debe ser de padre y muy señor mío. Porque imaginémonos a un individuo de estos -tan tristemente habituales-, alimentados por la misma Europa (y de hecho, con pensamiento eurocéntrico) pensando que en España se extermina y se odia todo lo americano y se encuentra con el azulejo de San Martín de Porres y con tantas otras manifestaciones cotidianas presentes en todos los ámbitos de la vida… Yo entiendo que el marxismo (tanto «ortodoxo» como «heterodoxo» o neo o postmarxismo, si se quiere) hace como que tiene respuestas para todo; quizá por eso el filósofo José Ortega y Gasset lo definió como «credo religioso». Pero es que llega un momento en que el cortocircuito es inevitable. Y eso se está dejando ver en nuestra desquiciada sociedad, que ya no da para más. Total, al fin y al cabo son ataduras de revoluciones fracasadas desde finales del siglo XVIII, y algo ha llovido desde entonces. Y no es sólo un tema de marxismo, que antes fue el liberalismo, se recuerda.

Así las cosas, tenemos dos opciones: O resistir o extinguirnos. Yo prefiero la primera. Y desde luego, en eso de resistir entra el volver a la realidad, por dura que ésta sea.

-Antonio Moreno Ruiz

Salir de la versión móvil