Pocas industrias puede haber que contaminen más en España como eso que llaman cine. En especial desde el imparable ascenso de Pedro Almodóvar, ese gran capitalista inversor de la bolsa yanqui, ese que utiliza las SICAV ampliamente estudiadas por el doctor Guillermo Rocafort (1) para no pagar impuestos, y que encima recibe continuas subvenciones del Estado, amén de favores políticos. Este icono de la modernidad resulta que está empeñado en humillar a la mujer, escogiendo en multitud de ocasiones a féminas poco agraciadas y ridiculizándolas con esperpénticas caracterizaciones. En cambio, las feministas babean por salir en sus ambientes. Películas de drogas, travestis, ambientes turbios, sórdidos… Llamarlas “surrealistas” sería un piropo inmerecido.
Y bueno, Almodóvar no es el único. Bajo la etiqueta de “cine español” se está haciendo un cine pagado por todos los españoles que insulta la cultura, la tradición, la espiritualidad y la historia de España, ahora particularmente obsesionado con la Guerra Civil y con intentar darle la vuelta como un calcetín, diciendo lo buenos que eran los estalinistas y que un poco más y ganan la guerra. Y encima que reciben subvención pública desde España para echar basura sobre el nombre de España, hablan de “cine español” y lo utilizan como una etiqueta comercial internacional, al igual que la “marca España”.
Los cines españoles están cada vez más vacíos, debido a sus abusivos precios. Y cuando se trata de películas “españolas”, todavía más. Y sin embargo el Estado, ya sea a través del PP, del PSOE o de sus socios comunistas/separatistas, lo financia a toda costa. ¿Por qué? Es relativamente sencillo: El mal llamado “cine español” no es sino la pantalla directa del perverso régimen de 1978. El cine es otra oligarquía al igual que la política y la banca, y de hecho mariposea (acaso nunca mejor dicho…) por todos esos círculos. Así que mientras el nuevo turnismo dure, el almodovarismo seguirá campando a sus anchas, y con el dinero de todos, faltaría más.
NOTA:
(1) Véase: