Poema de inspiración lorquiana
Con barbas de blanco hierro,
desde las montañas que todo lo ven,
bebiendo agua fresca y nostálgica,
como una melancólica altivez,
alza la mirada con maneras
de pintura de enigmática emoción,
y así, Granada le dice a Sevilla:
«Hermana, compongamos una canción.
Yo te doy mi Alhambra, tú dame
tu Giralda. Mis cuestas te doy, donde
tú me darás tu llanura. Yo te doy mi
oriente, tú dame tu occidente. Horizonte
conjunto hagamos entre calles sinuosas,
casonas renacentistas y barroquismo embriagador.
Repartámonos por arrobas el romanticismo,
como una saeta exhalada de un balcón.»
Y Sevilla le responde a Granada:
«Caso te haré, linda hermana mía.
Dame tu Mediterráneo, que yo te llevaré al
Atlántico que hacia América siempre mira.
Compartamos la primavera, entre el
azahar y el incienso, y entre viñas
y olivos el otoño. Llévame tú a Córdoba,
que yo te llevaré a Cádiz entre sonrisas.
Y sellemos esta canción con un abrazo,
que por algo tenemos el sol y la luna.
Válganos el rasgueo de una guitarra,
y una fuente clara, limpia y pura.»
¡Así sea! Cúmplase esta voluntad por
los siglos de los siglos, amén. Granada
y Sevilla, Sevilla y Granada; entre torres
mudéjares se unen vuestras almas.