Cada “x” tiempo surge en Brasil una polémica acerca de la situación de los indios en la Amazonía. Ahora, con la presidencia de Jair Bolsonaro, era cuestión de tiempo. Que si las constructoras, que si las madereras, que si las petroleras… Al final, van comiéndole terreno a la selva y quienes pierden son sus antiguos moradores.
Vale, pero… ¿Esto es culpa exclusiva de Bolsonaro? ¿Acaso eso no pasaba ni con Lula ni con Dilma? ¿Y todos los anteriores?
Según se dice/se comenta (en estos tiempos de la postverdad, cualquiera sabe…), Bolsonaro ha dicho que esas tierras no son de los indios, sino de Brasil. Podría haber profundizado: Del estado-nación brasileño. Y mucho me temo que según la lógica del estado-nación fraguado a finales del siglo XVIII y consolidado por la fuerza en el XIX, Bolsonaro tiene razón.
A saber: Como bien recuerda el historiador y economista colombiano Pablo Victoria, una de las primeras cosas que hicieron los gobiernos “independientes” por obra y gracia de Bolívar y el imperio británico fue subastar/repartirse las tierras comunales de los indios. Los liberales en la Península Ibérica harían tres cuartos de lo mismo con el concepto “comunal”, ya fueran tierras de realengo o eclesiásticas; y así, a subastar/repartir entre los amigos. Todo el siglo XIX serviría de espejo para los marxistas, quienes al decir que las tierras eran del Estado, se permitían los lujos soviéticos de deportar a poblaciones enteras; siendo que a día de hoy, como recordaba Alexander Solzhenitsyn QEPD (1), una de las mayores diásporas es la de los rusos, esparcidos por millones por las nuevas repúblicas surgidas luego de la caída del telón de acero.
¿Qué sentido tendrían tanto con individualismos como con socialismos los parlamentos del siglo XVIII establecidos por la Monarquía Hispánica en la Patagonia? ¿Qué sentido tendrían las tierras protegidas/comunales? ¿Qué sentido tendrían los pactos con los palenques de negros huidos de la esclavitud y su constitución como pueblos, desde Esmeraldas -actual Ecuador- a la Florida, pasando por Panamá? Según la lógica moderna, ninguno. A desamortizar, subastar y repartir. En nombre del progreso, la cultura, la libertad, la igualdad y todo lo que se menee.
Eso sí: Cada “x” tiempo, surgirán de nuevo liberales o comunistas “puros” que nos dirán que es que eso no es auténtico liberalismo o no es auténtico comunismo. En su defecto, podemos esperar 200 años más a ver si llega el paraíso en la tierra y todos somos libres e iguales.
Y bueno: Un servidor no dice que haya que acabar con el modelo del estado-nación de un día para otro; pero si no nos damos cuenta de la cantidad de fallos, incoherencias y perjuicios que esto ha supuesto, y no tenemos conciencia de construcción política acorde a los tiempos en plena y loca globalización, no seguiremos sino dando palos de ciego.
(1) Sobre Solzhenitsyn: