Raúl Castro dio las gracias al papa Francisco por su labor de mediación ante la Casa Blanca para que Cuba y Estados Unidos normalizaran sus relaciones, como anunciaron el pasado mes de diciembre
César Vidal
Raúl Castro alabó al papa Francisco señalando que había «salido de este encuentro verdaderamente impresionado por su sabiduría, por su modestia y por todas las virtudes que sabemos que tiene».
En la misma línea de adulación, el dictador cubano señaló que si el papa «sigue hablando como lo hace, tarde o temprano voy a empezar a rezar de nuevo y volveré a la Iglesia católica. Y no estoy bromeando». Castro bromeó incluso afirmando que, en cierto sentido era jesuita ya que fue educado en un colegio de los jesuitas junto a su hermano mayor, Fidel Castro.
Raúl Castro señaló igualmente que leía todos los discursos del papa Francisco.
Igualmente subrayó el dictador cubano que ahora los católicos ya pueden formar parte del Partido Comunista. Ambos jefes de estado abordaron en la entrevista la visita que el papa Francisco realizará a Cuba el próximo mes de septiembre.
El dictador cubano prometió al papa Francisco que acudiría «a todas las misas» que celebre en la isla caribeña señalando: «Y lo haré con satisfacción».
De manera bien significativa, en Cuba, donde existe la mayor persecución contra la libertad de expresión de todo el continente americano pueden contar con medios propios, aparte del Partido Comunista, sólo el régimen bolivariano de Venezuela y la iglesia católica.
El dictador cubano regaló al papa Francisco una medalla de plata conmemorativa de la catedral de La Habana, de la que sólo se han hecho 200 copias y un cuadro de arte contemporáneo, realizado por el creador cubano «Kcho», quien participó en la audiencia e intercambió previamente cartas con Jorge Mario Bergoglio y El papa entregó al dictador cubano una medalla de san Martín de Tours y una copia de su exhortación apostólica «Evangelii Gaudium», diciéndole que en ella encontraría «algunas de esas frases que tanto le gustan».
En contra de lo que piensan millones de personas, la iglesia católica que siempre está tan dispuesta a pregonar sus principios no suele moverse sobre la base de los mismos sino, por el contrario, de unos intereses muy concretos y definidos.
Esos intereses son de carácter crudamente estatal ya que el Vaticano es un estado y, de hecho, una de las pocas teocracias que quedan en el planeta. A decir verdad, el conocimiento de esos intereses permite comprender con facilidad e incluso anunciar con anticipación los pasos que dará la Santa Sede mientras que los principios proclamados por el Vaticano suelen ser una cortina de humo para ocultar la descarnada realidad en especial a los fieles católicos.
De hecho, el desconcierto de millones de católicos al contemplar los pasos dados por el Vaticano obedece fundamentalmente a la ignorancia de este aspecto esencial.
La elección del papa Francisco estuvo vinculada a dos objetivos bien definidos. El primero, es contener el avance extraordinario de las iglesias evangélicas en Hispanoamérica, un avance que ha resultado imparable en los últimos cuarenta años y que amenaza con convertir a la iglesia católica en la segunda confesión del continente en tan sólo un par de generaciones socavando así las bases de un poder extraordinario social, político y económico.
El segundo es mantener buenas relaciones con las dictaduras del denominado socialismo del siglo XXI acerca de las cuales el Vaticano considera que durarán décadas.
Precisamente, partiendo de esa base, quien ahora se dirige a ustedes, antes de la elección del actual papa, publicó un retrato robot del futuro pontífice que encajaba a la perfección con esos intereses ya señalados y que daba un perfil como el del papa Francisco. A diferencia de tantísimos analistas católicos, quien ahora se dirige a ustedes acertó como suele ser habitual que acierte en sus análisis quien sabe que la iglesia católica no se mueve por principios sino por intereses.
Desde su llegada al trono pontificio, el papa Francisco ha intentado neutralizar el avance evangélico recurriendo a la adulación de determinados personajes de relevancia y, en paralelo, comenzó a convertirse en el valedor secreto y eficaz de las dictaduras de izquierdas en Hispanoamérica.
El resultado más relevante de esa ayuda a los dictadores que oprimen a millones de hispanoamericanos ha sido la aceptación por parte de la Casa Blanca de las conversaciones con la dictadura cubana. El resultado más decepcionante para la Santa Sede ha sido que la Casa Blanca no haya sido igual de receptiva a los consejos del papa Francisco de que se siente a dialogar con Maduro. Sin embargo, la agenda papa es obvia hasta el punto de que sus encíclicas provocan la satisfacción de los dictadores siempre que sean de izquierdas.
Escucha a César Vidal aquí