La aplicación de la llamada Ley de Memoria Histórica, que concedía la nacionalidad a los descendientes de exiliados y emigrantes, ha multiplicado el número de españoles en la isla
Cuba, la 38 “provincia española”
Inicialmente, las autoridades cubanas recibieron con recelo esta nacionalización masiva, pero los resquemores ya se han disipado, según las fuentes consultadas. Cuba no reconoce la doble nacionalidad, así que los cubano-españoles son solo cubanos en su patria, pero disponen de un pasaporte español.
La decisión de La Habana de liberalizar la salida de sus ciudadanos al extranjero hace que muchos de ellos puedan cambiar el pasaporte de origen por el español, que les abre las puertas de Europa, una vez que cruzan la frontera de la isla.
La presencia de esta numerosísima colonia de compatriotas no solo supone una mayor responsabilidad para los servicios consulares españoles en la isla. Hace que se contemple con mayor cautela cualquier riesgo de desestabilización. Un colapso económico o una transición violentan podrían provocar, según estas fuentes, la emigración masiva a la Madre Patria de los hijos que nunca la pisaron.