Se incrementan los hechos de sangre al interior de las familias, muchos relacionados con los derechos de propiedades
Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba. -Una hija asesinó a la madre, la desmembró con la ayuda del novio y luego la dio por desaparecida para poder heredar el humilde apartamento en un barrio marginal donde ambas vivían. Pareciera la trama de una película de terror pero es una historia real que conmovió hace apenas un año a la comunidad del Reparto Eléctrico.
No era la primera vez que yo escuchaba una noticia tan escalofriante como aquella, sin embargo, más que la consanguinidad entre la víctima y la homicida, el móvil del asesinato era lo que acentuaba el absurdo, lo demencial, mucho más cuando en las calles, mientras se comentaba el crimen, surgían anécdotas igual de perturbadoras sobre conflictos familiares relacionados con las dificultades para agenciarse un lugar donde vivir.
Antes y después de aquel sangriento episodio, supe de otros similares y, según asegura Orlando Asdrúbal, abogado que ha seguido varios casos en el municipio Arroyo Naranjo, se incrementan los hechos de sangre al interior de las familias, todos relacionados con los derechos de propiedad de las viviendas.
Aunque siempre no arrojan desenlaces fatales, este tipo de litigios ocupa casi la mitad de los casos que se ventilan en los juzgados: “Hermanos contra hermanos, hijos contra los padres, y siempre es por un cuarto, por heredar un bajareque, un terrenito, por cuatro pesos. Demasiada violencia, eso es lo que trae la pobreza cuando no tiene remedio y la desesperación. Ese es uno de los platos fuertes de los tribunales cubanos. Cuatro de cada diez casos tienen que ver con la vivienda”, afirma Orlando.
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