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50 años de "Tres tristes tigres", la pelea de un escritor contra los censores

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«Mi vida es la historia de la pelea de un escritor contra los censores», aseguraba Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 1929-Londres, 2005)

Madrid, 28 ene (EFE).- De «obsceno, moralmente objetable y políticamente condenable» tildó la censura franquista «Tres tristes tigres» de Guillermo Cabrera Infante, quien consideraba que, de hecho, no había libro «más apolítico» que éste, del que se conmemora ahora el 50 aniversario de su publicación.
«Mi vida es la historia de la pelea de un escritor contra los censores», aseguraba Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 1929-Londres, 2005) en el prólogo «Lo que este libro debe al censor» a la primera edición íntegra, sin censura, de «Tres tristes tigres», publicada en Venezuela en 1990.
Un prólogo inédito en España que sale ahora en una edición conmemorativa de la editorial Seix Barral con motivo del 50 aniversario de la publicación de esta obra cumbre de la literatura hispanoamericana, que encarnó la libertad lingüística.
En este texto, Cabrera Infante explicaba el proceso administrativo que sufrió su obra por la censura de la época y que postergó su publicación desde que recibió el Premio Biblioteca Breve en 1964 hasta que vio la luz, en febrero de 1967.
A la edición conmemorativa acompañan también los expedientes de la censura que denegaron su publicación en varias ocasiones, cuando su titulo era «Vista del amanecer en el Trópico», y que posteriormente la autorizaron, con su nuevo título y aumentada en volumen, sin los párrafos que por «su pornografía, irreligiosidad, antimilitarismo» debían, según el censor, ser suprimidos.
«Tres tristes tigres» o «TTT», como aconsejaba Cabrera Infante escribir su nombre para los que no son capaces de pronunciar el trabalenguas que dio origen a su título, habla con humor de la noche habanera, insular y urbana, cuyos héroes son la nostalgia, la literatura, la música y el cine.
Considerado uno de los hitos del «boom» latinoamericano, esta novela estaba escrita «en cubano» como decía su autor, Premio Cervantes en 1997.
Uno de los expedientes de la censura por los que se prohibió su publicación, en junio de 1965, aseguraba que el texto tenía «continuas alusiones y descripciones eróticas que llegan con bastante frecuencia a lo pornográfico» así como «pinceladas de la lucha revolucionaria castrista contra el régimen de Batista».
Dos características que «por sí solas aconsejarían la denegación de la edición española», en opinión del censor, pero que se «confirman con la personalidad del autor».
«Guillermo Cabrera Infante es un diplomático cubano acreditado en Bruselas y cuyo hermano, residente en España, muy introducido en los medios artísticos madrileños, desarrolla actividades pro-comunistas, ayudado financieramente por la representación diplomática cubana en Madrid», subrayaba el expediente del censor.
«A mi querido censor» dedicó Cabrera Infante un texto en el que le recordaba cómo fue el proceso que le obligó a reescribir y cambiar el título del libro, un «trabajo de Hércules»: «eliminar lo malo y dejar lo bueno. O al revés. Recuerdo que el libro original (una manera de decir) se quedó en unas 120 páginas y que el otro tomo tenía al final 450 páginas, por lo que debí escribir unas 300 páginas nuevas. Es decir, era un libro que era y no era un libro nuevo».
Un censor que, decía Cabrera Infante, tenía una «magnífica obsesión»: cambiar tetas por senos. A lo que se unía otra «obsesión censual del burócrata», los militares y Dios, en ese orden.
Para su autor, no había un libro más apolítico que «TTT», de tal forma que eso era «lo que lo ha hecho tan político».
Un libro censurado en una parte del globo y prohibido en otras simplemente, porque su autor y no el libro está en el «index prohibitorum authorum»: «Pero mi vida no es mi libro y no deben tomarse las distintas voces cubanas que lo integran como la mía propia», advertía Cabrera Infante, algo que no opinaba su censor.
De él se despidió Cabrera Infante de esta forma: «!Ah, mi querido censor!. Cuánto me habría gustado conocerlo, usted que es mi hermano, mi semejante, mi hipócrita lector. Después de todo, los dos hemos escrito el mismo libro».

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