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Para Miriam Cahn todo es igualmente importante

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Ilustración :Miriam Kahn. Atombombe Bomba atómica) 1987. Acuarela sobre papel

Madrid, 10 de julio de 2019.

Querida Ofelia:

El Museo Reina Sofía presenta la exposición Miriam Cahn. todo es igualmente importante que propone un recorrido por la producción de la artista Miriam Cahn (Basilea, Suiza, 1949) desde sus inicios en la década de los 70 hasta la actualidad.

A pesar de la variedad presente en el trabajo de Miriam Cahn, toda su práctica artística gira en torno al cuerpo. Para Cahn, dibujar, pintar, fotografiar, esculpir o escribir adquieren pleno sentido al poner su propio cuerpo en movimiento. Éste funciona como una herramienta performativa: no sólo es representado, sino que encarna materialmente las coordenadas (edad, condiciones físicas, etc…) que el trabajo artístico pone a prueba, tanto a diario como a lo largo de toda su vida.

Por ello Cahn puede decir que las manos son una “herramienta para pensar”, y por ello medios tradicionales como la pintura al óleo o el dibujo al carbón se comportan de modo poco convencional en sus manos. Más allá de representar cuerpos, es el cuerpo de la propia Cahn, con su edad, condiciones físicas, psíquicas y anímicas, el que se pone a prueba en el trabajo artístico. Es bajo este prisma como podemos entender los procedimientos artísticos ensayados por Cahn, como trabajar con un ritmo ajustado a la energía producida por su cuerpo en los períodos menstruales, dibujar con los ojos cerrados o empezar a pintar al óleo y en posición vertical solo cuando una dolencia en la columna vertebral le impidió seguir dibujando a la creta sobre el suelo.

El movimiento del cuerpo continúa en el espacio expositivo, donde el montaje de las obras, tarea que Cahn no delega en otros, cobra enorme importancia. Cahn sitúa en el mismo nivel escalas dispares, colores luminosos con negros profundos, perspectivas que permiten ver a distancia junto a dibujos realizados “piel a piel” sobre el papel o el lienzo, buscando agitar nuestra percepción. Coloca las obras a la altura del ojo y estas nos miran abiertamente. Si el arte es político, piensa Cahn, no es solo por lo que puede exponer, sino por su poder de hacer que nos expongamos a él.

Junto a la importancia del cuerpo, en su trabajo destaca la correspondencia entre lo personal y lo político, aspectos relacionados con la toma de conciencia feminista de la artista desde su juventud en los años setenta del siglo XX. En su caso, este posicionamiento produce un choque frontal con los modos y jerarquías que dominan la tradición del arte occidental. Así, principios tales como la supremacía de la vista sobre otros sentidos, de lo racional sobre la intuición, del pensamiento sobre el sentimiento y hasta del sujeto sobre el objeto, dejan de tener vigencia en su obra cuando hace que convivan opciones que dicha tradición decreta contradictorias.

Para Cahn, la violencia, la guerra, la sexualidad, la muerte, la familia, la naturaleza, así como la condición de precariedad de la vida, son preocupaciones personales que en su trabajo se vinculan con problemas concretos de su tiempo como las guerras del Golfo y los Balcanes, el accidente nuclear en Chernóbil o la actual crisis de los refugiados y el movimiento #MeToo. En su plasmación, distintos elementos (la casa, la cama, el barco, el árbol, artefactos de guerra, el puño, la maleta o los genitales, entre otros) aparecen y reaparecen sin amarrarse a un único significado, sino desplazando constantemente su sentido.

Una forma biográfica de ver el mundo

Cahn ha concebido y diseñado esta exposición como “una forma biográfica de ver el mundo”. Para ella, exponer sus trabajos anteriores es a la vez una forma de narrar su vida y un modo de sostener la de las obras, recomponiéndolas en un montaje que apela tanto al tiempo de la biografía (con alusiones a su familia, sus viajes, un accidente de coche…) como a los tiempos de la naturaleza (paisajes y escenas que ponen el foco en el límite de lo humano y lo no humano), de la historia (motivos extraídos de las guerras de las Malvinas, del Golfo o de los Balcanes, la llamada crisis de los refugiados…) y de la historia del arte (obras que dialogan y discuten con Picasso, Courbet y otros maestros del pasado).

“Siempre trabajo desde el presente”, explica Cahn, que inicia la exposición con las obras de colores vibrantes de las últimas décadas y la concluye con sus trabajos tempranos, dibujos monocromos en los que empezaba a emerger un lenguaje fruto de la escritura del cuerpo. Entre estos dos espacios, la exposición se articula en torno a grupos, series y Räume [habitaciones], palabra con la que Cahn se refiere a espacios expositivos compuestos por elementos de distinto formato, en los que diferentes medios como pintura, dibujo, escultura, vídeo o fotografía pueden convivir y entre mezclarse entre sí sin una jerarquía.

La primera sala, sin embargo, como una declaración de intenciones de la artista, combina obras de distintas épocas y formatos: pinturas al óleo, dibujos al carboncillo o fotografías. Asimismo, son obras que muestran ya los motivos que se irán viendo a lo largo de toda la exposición: cuerpos desnudos tanto masculinos femeninos, la casa, el árbol, la cama, etc. Llama la atención, sobre todo, L’origine du monde schaut zurück (2017/18), una reinterpretación de la famosa pintura de Gustave Courbet, L’origine du monde, pero mientras que éste sólo pintó el sexo, la de Cahn tiene cara, aunque el rostro está velado.

El siguiente espacio recoge una amplia representación de las obras más actuales de Miriam Cahn. Pinturas de gran tamaño de distintos colores, sin figuras ni objetos, se intercalan con otras de paisajes, animales o cuerpos humanos y cuadros más pequeños con una sucesión de rostros y que hacer referencia entre otros, a la violencia, la guerra entre sexos o los refugiados. En estas obras ocupan un lugar destacado los cuerpos masculinos y femeninos, no solo en su calidad de agentes, sino también de temas o materia de estudio. Transforma cuerpos aislados o agrupados en figuras carnosas, enfatizando a menudo los órganos sexuales.

Cahn utiliza el montaje para llevar de la mano al visitante, alternando obras grandes con otras más pequeñas o instalando los cuadros de imágenes figurativas a la “altura de los ojos”, lo que significa que el cuerpo está a la misma altura del rostro del espectador, el cual se siente interpelado al verse enfrentado visualmente con figuras que le miran de manera directa, imágenes rotundas con las que debe confrontarse en el espacio, en un cuerpo a cuerpo.

La primera de sus Räume (habitación) dedicada a La familia ocupa otra sala. Son lienzos al óleo de diferentes tamaños en la que Cahn dibuja a sus padres y hermanos y a ella misma, figuras desnudas, representando también las relaciones que se establecen entre ellos.

El recorrido continúa con una muestra de varios cuadernos de dibujos tempranos, de principios de los 80, en los que se aprecia el compromiso feminista de Cahn. La disposición de las vitrinas en el espacio obliga a los visitantes a un recorrido para ir en busca de lo que se ofrece. En el centro de la exposición, como dividiéndola en dos, se encuentra la serie Sarajevo, que reúne un conjunto de dibujos pequeños a tiza, lápiz, carboncillo, cera y pigmentos que coinciden en el tiempo con la Guerra de los Balcanes y que Cahn vivió profusamente en imágenes a través de la televisión pero cuya cercanía (se trataba de la primera guerra en Europa tras la caída del muro y el fin de la Guerra Fría) reconecta con la memoria familiar e influye en su modo de abordar un tema –el de la guerra–presente en su trabajo desde inicios de los años 80. Abundan los elementos como la maleta o el carro, que indican la fugacidad y transitoriedad huyendo del conflicto, los tanques o las mujeres como protagonistas y víctimas de la guerra.

En este sentido, Cahn entabla una relación con las obras de Picasso en torno a la guerra civil española, de la cual surge una de las series de dibujos del ciclo de Sarajevo, las Mujeres llorando, al estilo Picasso.

A continuación, otra de sus habitaciones, El amor salvaje: una instalación compuesta de grandes lienzos de papel con dibujos de creta y carbón pintados con los dedos que representan figuras humanas, de mujeres y niños, con rasgos primitivos y difuminados, pero con rostros y ojos de aspecto impactante y otros dos dibujos con el motivo de la casa y la cama. El conjunto se completa con esculturas de plastilina y un vídeo performativo en el que se ve a la artista modelando la plastilina.

Violencia y belleza

La violencia es un tema de vital importancia para Cahn como se observa en la reproducción en blanco y negro de una serie de pequeñas pinturas al óleo en color, realizadas entre 1989 y 1991, que representan vistas aéreas de zonas de muerte o de peligro, como el complejo de Auschwitz, una fábrica química o una central nuclear. Un tema que tiene su continuación en la habitación titulada Vigilancia, con dibujos de carbón en papel de distintas dimensiones en los que los que vuelven a aparecer los motivos de inseguridad y peligro: los barcos de guerra, rascacielos, plataformas petrolíferas.

Pero también aparece la belleza, de forma paradójica, en la serie atombombem (Bombas atómicas), 1987, un conjunto de acuarelas sobre papel, realizadas en reacción al desastre de Chernóbil, en la que esa violencia se representa con colores brillantes y llamativos.

Una nueva habitación, Schafem (Dormir), 1997, contiene un conjunto de 13 lienzos de diferentes dimensiones con cuerpos recostados con la boca abierta entre el sueño y la muerte. Son figuras que saturan el campo pictórico en un espacio vacío sin apenas referentes y cuyos cuerpos desnudos centellean iluminados por una luz fluorescente y artificial.

Después de una instalación con varios vídeos de la artista y esculturas que representan las cretas y carbones con los que realiza sus dibujos, se accede a la penúltima sala donde cuatro grandes dibujos realizados a la creta de principio de los 80, comparten espacio con una pintura moderna, un óleo sobre lienzo de 2005 de la serie Fugas.

La exposición termina en un gran espacio con los trabajos más antiguos de Miriam Cahn. Son dibujos performativos que hacía en el suelo, arrodillada o sentada sobre grandes hojas de papel, en ocasiones con los ojos cerrados ola mano izquierda. Pero no sólo pintaba en el interior, también intervenía en el exterior: en las paredes y columnas del puente Alma en París o en los muros de la Nordtangente, una autopista en construcción a la que se oponía.

Se incluyen las series de dibujos sobre escritura y lectura, con textos escritos por Cahn en el papel, ojos cerrados o fugas. La sala se completa con un gran dibujo colocado en el suelo y una instalación en la que a través de una cortina de papel se escucha una pieza de audio.

Catálogo

La muestra se acompaña de un catálogo que incluye imágenes de las obras expuestas, un texto de los comisarios de la exposición Ana Aray Fernando Lópezy diversos ensayos de Kathleen Bühler, Adam Szymczyk, Natalia Siclewicz, Rita Segato, Jakub Momro, Éric de Chassey, Paul B. Preciado y Marta Dzienwanska, además de una conversación de Miriam Cahncon Patricia Falguères, Élisabeth Leboviciy Nataša Petrešin-Bachelez.

FECHAS: 4 de junio de 2019 –14 de octubre de 2019

LUGAR: Museo Reina Sofía. Edificio Sabatini, 3ª planta

ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

COMISARIADO: Ana Ara y Fernando López

COORDINACIÓN: Fernando López

ACTIVIDAD RELACIONADA: El martes 4 de junio tendrá lugar un encuentro con Miriam Cahna las 19.00 horas que incluye un recorrido por la exposición (inscripción previa).

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta Madrid,

Félix José Hernández.

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