Ejemplos de miserias y maltratos que sufren los españoles de Cuba

Traemos a nuestros lectores el testimonio de un canario que ha sido maltratado en unas oficinas que se costean en La Habana con el dinero de todos los españoles.

Las historias sobre los disfuncionamientos que ocurren cada día en el Consulado español de La Habana, son una vergüenza que ha sido elevada varias veces hacia las oficinas del Defensor del Pueblo y tratadas por preguntas directas realizadas a las autoridades por parte de los diputados en el Congreso. ¿Algo ha cambiado en los últimos años? ¿Hemos visto a los representes de los españoles de Cuba quejarse formalmente ante las autoridades consulares y el embajador?
La respuesta a estas dos preguntas sigue siendo por desgracia negativa.
Pero los asuntos administrativos ante las autoridades españolas no son los únicos problemas que deben enfrentar de manera cotidiana los españoles de Cuba; a la desidia administrativa y los entuertos administrativos, se añade el maltrato de las asociaciones que han sido creadas para representarlos. Durante la última visita del Secretario de Acción Exterior para la Junta de Galicia, este manifestó su deseo de ir al encuentro de los españoles que viven fuera de La Habana, fue un buen paso; aunque en ningún momento el señor Miranda cuestionó la legitimidad de quienes tan mal los representan, pues como todo el mundo sabe, los directivos de estas asociaciones son todos funcionarios que trabajan para la dictadura y no para defender a los españoles; al contrario, Miranda se deshizo en elogios. Resulta incomprensible que a estas alturas de la película, un funcionario español cometa estos errores de bulto, pero por desgracia es lo que hay.
Como prueba de lo anterior, reproduciremos para nuestros lectores una carta que nos ha llegado desde La Habana denunciado el maltrato sufrido por un español de Cuba en la asociación Canaria Leonor Pérez, una maquinaria de chupar subvenciones, dirigida por un testateferro de la dictadura, Carmelo González. Por razones obvias, omitiremos su nombre. Esperando que esta denuncia sea leída por las autoridades competentes para que dejen de jugar con el sufrimiento de ciudadanos europeos.
Estimado grupo de redacción del Diario de La Marina,
Paso a comentarle mi situación, que podrá ver, seguro es la de muchos en Cuba.
Esto argumenta un poco mi punto de vista derrotista sobre los descendientes de emigrados en Cuba.
El día 26 de abril, me dispuse a ir a la Asociación Canaria de Cuba “Leonor Pérez” con el firme objetivo de completar un vacío genealógico que me remontan a la provincia de La Gomera, Islas Canarias; en donde nació mi tatarabuelo.
Al llegar, pregunto por Nancy, antigua trabajadora a la que le precede su fama de bondad  y amabilidad. La respuesta que obtuve del recepcionista fue un poco fría: ¡Aquí no trabaja ninguna Nancy, ni trabajó!. Asombrado y con dudas le pregunté que si podía guiarme y le conté de mi situación y la labor que vengo desempeñando desde hace un año sobre rescatar mis raíces.
El Sr me manda a ver a Nuri, en la planta alta y me dice: ella es la única que te puede orientar.
Al llegar, los banquillos estaban ocupados de personas mayores que esperaban pasar a almorzar, pues eran las 11:20 de la mañana. Me acerqué a una Sra. Y pregunté por Nuri; otra señora que estaba en el banquillo de enfrente me pregunta con prepotencia: ¿y para qué Ud. la quiere?
Luego de explicarle mi situación, ella comenzó a alardear de que ella se había hecho ciudadana y dejó entrever que yo no pintaba nada en aquel lugar, pues sin sacar el tema, hizo alusión a la propuesta de Ley para la concesión de la Nacionalidad Española presentada por Podemos a finales del pasado año, restregándome que yo no tenía ningún derecho diciendo: “Imagínese, nosotros lo que estamos es abogando por los nietos que quedaron sin ciudadanía, pero los bisnietos y eso no, no tienen derecho”.
Yo esperaba que fuese una persona más tratable cuando ella misma me comentó que Nancy fue compañera de trabajo suyo, y que ambas eran  fundadoras de la Asociación y miembro de la comunidad que agrupaba a los residentes en el exterior; pero el carácter de esta Sra. Dejaba mucho que desear.
¡Cómo cambian las personas luego de que les asignan roles!
En ese momento, me llamó Nuria y le expliqué los motivos de mi visita al sitio.
Gracias a Dios era una persona más flexible y tratable, que aunque también tenía aires de superioridad, lograba controlarlos.
Me atendió bien e incluso me facilitó un contacto de una sede hacia el interior del país en la que podía buscar información.
Me pregunto: ¿Acaso estas personas no están para defender la tradición canaria en Cuba y velar por el bienestar de su descendencia sin importar el número de generación que sea?
El orgullo de tener un ascendiente Canario que vino a Cuba y que peleó en las guerras por defender intereses de la Corona en la Isla, quedó pisoteado por otros descendientes que porque recuperaron la nacionalidad de sus antecesores, se creen superiores.
Atentamente,
Un español de Cuba.

Salir de la versión móvil