Independencia de los catalanes

Que sí, que mediante un referéndum cuyo coste sea asumido por bolsillos particulares de ellos, y no del dinero público de la totalidad de España, por mi parte sí; porque es lógico que si una región, o zona geográfica, decide vivir a su administración y manera, mediante la necesaria consulta al pueblo que integra la geografía del lugar, lo hagan porque están en su perfecto derecho, digan lo que digan en esta España de los cinco mil caminos diferentes a la hora de aplicar las leyes que nos secuestraron la justicia hace ya muchos años, si alguna vez existió algo diferente a la justicia española, que nada tiene que ver con la justicia.
Lo que a mi viejo entender no se debe de hacer es mentir, y tratar de justificar algo que se quiere hacer, con inexactas o mentirosas derivaciones de tiempos pasados, porque incluso cuando el pasado es verdad, todos sabemos que lo vivido para lo único que sirve es para crear polémica, sacadas de barriga, y acumular muchas mentiras obedientes a interpretaciones que van ardiendo con el ascua para calentar la sardina de cada cual.
Los catalanes, insisto, siendo partidario a tope de que mediante una consulta popular pagada a escote por ellos y que a los demás no nos cueste un euro su particular convidada, si quieren ver si se marchan o no, están en su perfecto derecho de hacerlo. Y una vez realizada la consulta, si sale el sí, como en el fondo todo obedece al dinero y las fanfarrias egoístas diferenciales que giran en su entorno, entiendo que se debe de hacer, para que todo sea correcto y entre caballeros, un balance económico de lo dado y recibido, y, con carácter de urgencia, solucionar el saldo del balance resultante.
Y a un servidor que no me vengan con pago nacional para ello como consecuencia de derivaciones solidarias de impuestos entre las distintas comunidades española, porque la solidaridad no existe, nunca ha existido, ni existirá entre las distintas Comunidades patrias. Y si es el gobierno central de este tinglado mal llevado el que sin preguntar nada nos fríe de impuestos a los de a pie, bajo la pena de mandarnos a galeras condenados a los tiñalpas que no pagamos, sin importarle si vamos a pie, dando saltos, o descalzos, lógico que sean sus administradores nacionales los responsables personales del pago. Porque todos sabemos que con el montante central económico logrado, lo reparten en primer lugar entre sus amichis de rezo para sus vicios y gastos, y con el sobrante, siguen con la prioridad de la afinidad, seguida del grosor del peloteo y baboseo.
Por tanto, si desde la caja central los euros sobrantes del “reparto Martín” los envían donde le da la gana sin preguntar nada, serán todos los que tuvieron mando durante el arco del tiempo tomado a evaluar si resulta el sí, los responsables a nivel patrimonial afectados por el saldo resultante.
Está claro que los catalanes como reino, por más que dispongan de las casas editoriales e impresoras en la actualidad en su zona, nunca en la historia reciente lo fueron, ni tienen el por qué necesario de haber sido como justificación básica para que ahora puedan hacer un referéndum popular decisorio de si alcanzan la independencia o se quedan barriendo para adentro, como lo hacen todas las Comunidades patrias. Máxime si entre nosotros sabemos que la pluralidad es una realidad, pero no lingüística ni cultural, sino porque en la pura realidad somos un tablero de taifas que ya hace tiempo que dejamos de, por no tener, no tenemos ni simpatía entre nosotros.
Puede que la primera vez que los catalanes como fuerza expedicionaria mercenaria aparezcan con nitidez en la crónica que nos han dejado sin quemar documentalmente la religión cristiana, según su ancestral manía de o nuestro, o de nadie; venga por necesidades orientales de la iglesia cristiana bizantina tan piadosa y amante de cegar quemándole los ojos a las personas, o la trinitaria vaticana, más generosa en ello y gastando más leña para quemar entera a las personas que no ven con claridad lo que está más claro que el agua en lo referente al padre, al hijo y al espíritu santo.
Y como no es lo mismo subir a coger las brevas a que te las bajen cogidas, como desde occidente, desde que se inventó la imprenta (vaya usted a saber exactamente por quién y donde) siempre que se habla de oriente se justifican las burradas, las masacres, al estilo de hoy en día con Siria o cualquier territorio de la zona aquella, aquellos otros historiadores que podemos denominar orientales o bizantinos, como la historiadora, princesa y emperadora adjunta, Anna Comneno, que milagrosamente probablemente murió sin que desde el clero piadosamente le quemaran los ojos, dan visiones y relatos muy diferentes a lo épico y cargado hasta los barandales de mentiras que fue la injerencia del salvaje occidente, contra el culto oriente, donde existían mucho antes que aquí los hospitales públicos y las mujeres ejerciendo la medicina, amén de menos carros cargados de vulgar hipocresía.
Puede que la última vez que salieron hacia Siria naves y tropas bajo el estandarte catalán, no de reino, sino a por la pela, fuera por el año 1.290, y, junto a él, ondearía, con toda seguridad las feroces y eficaces tropas formadas por los llamados almogávares, gentes de todas partes, aunque con predomino de catalanes, aragoneses, navarros y demás comarcanos. Todos mercenarios buscando la pela, difíciles de gobernar, porque al unísono con los burracos papales, si llevaban la cruz en algún trapo puesto, era para no equivocarse a la hora de pegarse mandoblazos; pero nada más.
Pero como nada del pasado es lo suficientemente poderoso como para que condicione un acto político actual de esa necesidad democrática popular; lo que si está claro que la voluntad de las gentes, la que vale, la del pueblo, hay que respetarla y escucharla, si se quiere ser un pueblo de principios éticos y democráticos.
Salud y Felicidad en el año 2.055 de la cuenta de la Era. Juan Eladio Palmis

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