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El debate del siglo

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No deberá comportarse en ningún momento como el pato patagónico —el que por su naturaleza irrefrenable a cada pisada suelta una cagada

O por lo menos sería el debate del año, para no ser hiperbólicos.
Digo, el que este lunes sostendrán Hillary Clinton y Donald Trump, en el que creo que el Donald tiene todas las de ganar, a no ser que le repunte el ‘síndrome del pato patgónico’. Hillary es la contrincante más vulnerable que se pueda desear. La experiencia de gobierno es su as de triunfo, pero es a la vez su punto más débil.
El historial de la candidata está plagado de errores y horrores, escándalos y deshonestidades que son del dominio público, desde Whitewater hasta la revelación de los emails, pasando por la página bochornosa de Bengasi.
A lo que se suma su visible mala salud, que no es precisamente un plus en su hoja de vida y la incapacita a priori para ser comandante en jefe. Los puntos débiles de Trump son más bien de carácter subjetivo, como la xenofobia y el racismo que tanto se le ha criticado.
Acusaciones que el candidato republicano podría minimizar si recurre a un discurso inteligente y claro, incluso con un toque de humildad calculada. Lo del machismo y el sexismo serían ataques contraproducentes por parte de la candidata demócrata. Hillary tiene el tejado de vidrio como consentidora consuetudinaria de un marido que ostenta un conocido currículum de chulampín empedernido. A Dª. Hilaria le queda grande el chaquetón de feminista.
Así y todo, Trump deberá ir con los deberes hechos y rehechos, porque la maquinaria de la campaña de Hillary está muy bien engrasada y es demoledora.
No debe hablar de más, sino decir lo justo, como ha hecho en sus últimos discursos sorprendentemente mesurados. No deberá comportarse en ningún momento como el pato patagónico —el que por su naturaleza irrefrenable a cada pisada suelta una cagada.

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