Cubanos e iraníes listos para la gran ofensiva por el valle del Ghab

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Los desmentidos cubanos sobre su presencia en el Medio Oriente no se ajustan a la realidad, asegura alto oficial del servicio de inteligencia judío, citado bajo el anonimato por Debkafile

 
Las relaciones entre Cuba y Siria fueron muy estrechas en el pasado. No es la primera vez que tropas cubanas combaten junto a las del régimen de Assad. Durante la Guerra del Yom Kippur, en 1973, una brigada de tanquista cubanos combatió en las alturas del Golán. Fruto de aquellas amistades, una colonia numerosa de cubanas y cubanos casados con sirios se mantenía viviendo allí, principalmente en Damasco. En 2012 una acongojada María Antonia Gavira, reclamaba, infructuosamente, a la embajada cubana que la sacara de aquel infierno.
Cuba siempre ha negado sus intervenciones militares y sus aventuras guerrilleras. Desde 1959, Castro desató una política intervencionista en el Caribe que se tradujo con la desestabilización del área y la caída de Trujillo en República Dominicana.
Pero lo mismo ocurrió en Angola, los cubanos negaron la intervención militar y el desembarco en Luanda de la Brigada de paracaidistas de las Tropas Especiales, ayudados por las tropas de élite del Ministerio del Interior el 5 de noviembre de 1975. La célebre operación Carlota fue reconocida a regañadientes de manera oficial meses más tarde.
El secretismo se practicaba también en Cuba donde las personas «se desaparecían» de un día para otro. Las familias se enteraban meses después del paradero de sus seres queridos por una carta traída por un oficial de la Contrainteligencia militar que prohibía expresamente comunicar al respecto. Los fallecidos tampoco eran repatriados.
Lo mismo ocurrió en Somalia, cuando las tropas cubanas, violando todo tipo de tratados y reglamentos internacionales, ayudaron al dictador Megistu a combatir al movimiento de liberación nacional somalí del Ogadén que pretendía derrocarle.

¿Y qué decir de Nicaragua?

Quien escribe estas líneas, estuvo chapoteando ‘secretamente’ en el lodo de las montañas de aquel país entre 1985 y 1987. Por los servicios prestados le entregaron la medalla Antonio Maceo, una de las más altas condecoraciones que concede el castrismo. Los allí presentes teníamos prohibido decir donde estábamos, incluso a nuestros familiares más cercanos. Hasta el triunfo electoral de Violeta Chamorro se mantuvieron allí 9000 asesores cubanos, de los cuales 3000 estaban ubicados en las instancias militares, de inteligencia y organismos de seguridad, desde el nivel superior hasta batallones. En 1981 el embajador nicaragüense en Washington, el Dr. Arturo Cruz, esgrimía como prueba una carta de la Junta de Gobierno de Nicaragua donde “rechazaba enfáticamente la presencia de soldados cubanos en Nicaragua e instaba al Departamento de Estado a clarificar la falsa acusación sobre tropas cubanas”.
Así es que tiempo al tiempo, que todo se sabe un día. Por el momento, los desmentidos de los blogueros oficialistas, como Norelys Morales Aguilera, o la del funcionario de la embajada Siria, divulgada ayer por RT, se prestan cuando menos a risa. Ni que decir tiene que las recientes declaraciones del Portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner tampoco quieren decir absolutamente nada, mucho menos cuando indica a los periodistas que le pregunten al gobierno cubano si pretenden saber alguna cosa. “We just have no reporting whatsoever to corroborate those – that story, and I’d have to refer you to the Cuban Government, I guess, for that kind of corroboration.”
Por su parte el portal de noticias Debkafile, casi siempre bien informado, publica en su edición del 15 de octubre un artículo de pago que se titula «Cuban Troops Join Iranian Guards in Russian-led Battle to Capture Ghab Plain», donde se asegura que los tanquistas cubanos participarán en la gran batalla que prepara el Ejército Sirio para recuperar la llanura de Ghab.
Seguiremos informando.

Salir de la versión móvil