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Cuando en España había dignidad: ¡Borrel, a tierra puto!

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Cuando en España había dignidad intrínseca en la más que abundantes divisiones y mesnadas políticas al servicio de la mal llamada nobleza española, y de la otra nobleza extranjera: el alto clero, al menos aquellos sistemas de poderes taifales, no tenían que soportar la presencia de gente del estilo vendido, en pos del beneficio y postureo privativo suyo, del servidor de la guerra: el español Borrell.

Y cuando uno piensa que, aunque sea a nivel interno de un partido político, para el caso, el Pesoe, gente de la cuerda de José Borrel, que menos de lo suyo han trabajado siempre junto al cajón del dinero público, y en su caso, soplaron vientos que lo resfriaron políticamente cuando lo de la Hacienda Catalana, a uno le dan escalofríos de pensar que alguien así puede estar pidiendo dinero público para la guerra, sin más explicaciones de que se ha acabado el fabuloso montante que por orden de EE.UU. y por boca de Borrel, la gilipollería europea ha amoquinado.

En verdad que hay que abrir y cerrar los ojos con intensidad para poder percatarse que después de millones de años sobre el planeta, el género humano nos brinde ejemplares con un decidido interés en que la humanidad, porque a ellos les place y puede que los lleve al orgasmo, se vuelque hacia la muerte y la destrucción, como el que va a coger naranjas del huerto.

La frase de lo ¡A tierra, puto! que encabeza este comentario, dicen que la pronuncio la flor y nata de la mal llamada nobleza española y extranjera (el clero, un arzobispo), ante un muñeco de trapo que representaba uno de los reyes castellanos más puteado por sus súbditos.

Y, en aquellos tiempos, todo lo contrario de lo que acontece ahora, que un cualquiera, perfectamente identificado como servidor con voto de obediencia (y a lo mejor algo más) a los intereses sajones, José Borrel, defienda la guerra y la destrucción y, todavía siga cobrando del dinero público europeo, y viaje, seguramente, en avión privado con escolta militar protectora, es algo totalmente desalentador y trágico.

Algunos europeos, que nunca nos sentimos europeos, y sí y mucho partidarios de la Unión Iberoparlante en todos los campos del conocimiento y de la calidad de vida, tristemente en pocos meses el tiempo nos ha dado la razón de no sentirnos europeos supuesto que vimos como muy pronto, uno a uno los puntos por los que se hizo la Unión Europea: ejercito común, solo testimonial, no al servicio de Inglaterra y EE.UU. o Israel, tanto montan, montan los tres tanto, y de rabo Australia; una Europa encarada solamente hacia la paz e ir remediando el vergonzoso y terrible diferencial entre la abundancia de comida y recursos derrochados en una parte del globo, y muertes por miles y miles porque no tienen ni un grano de arroz para llevarse a la boca.

Generalmente, los que amamos el estudio de la Historia con mayúscula, en muchísimas ocasiones observamos con admiración como en tiempos pasados las putadas al pueblo, a la gente, se encargaba el clero de taparlas totalmente temiendo a un arranque popular, especialmente cuando no corrían tiempos de hambruna o enfermedad; pero, en nuestra triste actualidad, aunque está gravitando sobre España la censura sajona-israelí a tope, la pasividad social de los europeos ante una petición de un funcionario al servicio claro de intereses ajenos a Europa, pide dineros para sus amos y señores, y no pasa absolutamente nada.

Y es muy probable que mientras estamos creando estos renglones de opinión particular y privada, países “independientes” como Francia, Alemania, Italia, España y los “demócratas” escandinavos, no haya terminado de cerrar la boca el insigne Borrel, cuando ya por la vía electrónica se hayan enviado las transferencias económicas para que las fabricas de armas sajonas, sigan produciendo dividendos al estilo que un día produjo Japón, hasta que se dio cuenta que todo eso son boberías terribles.

Y se dedicó a darle calidad de vida y que no hubiera pobres bajo su bandera.

Salud y Felicidad sin Otan. Juan Eladio Palmis

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