Bizancio e Hispania, baluartes romanos de Europa

Dicen por Francia e Inglaterra para meterse con España que Europa termina en los Pirineos. Visto que Francia es el país más africanizado de Europa y que Inglaterra más parece un rebujo de sus antiguas colonias que otra cosa (y que conserva porcentaje de población blanca más por la inmigración de Polonia y otros países europeos que por la pujanza local), quizá ellos mismos estaban siendo premonitorios y, donde las dan, las toman.

Lo cierto es que con esto del Brexit, saltan las alarmas y propios y extraños se preguntan qué es Europa y hacia dónde va. Y más bien, Europa no sabe dónde viene. Porque los que con aire supuestamente racistoide (como si en Francia e Inglaterra no hubiera sangre semita y africana, o en buena parte de Europa Central no hubiera mezcla con asiáticos…) y con complejo de superioridad negaban a España en Europa, ignorantes ellos no saben que Europa en particular y Occidente en general no existirían sin España. Desde el siglo VIII, tanto Hispania en el occidente como Bizancio en el oriente fueron los muros de contención frente a la expansión islámica. Si los musulmanes no se hubieran encontrado con estos obstáculos, la media luna habría conquistado sin dificultad todo el viejo continente; como sin mucha dificultad lo conquistó Napoleón, hasta que se estrelló contra España en occidente y contra Rusia en oriente.

Bizancio e Hispania (1) son los baluartes romanos que posibilitaron que Europa se fuera desarrollando en la distinción de sus esencias.

Bizancio fue la Roma helenizante que ejerció un trasvase entre paganismo y cristianismo, así como entre oriente y occidente.

Bizancio de Justiniano que se reconocía heredero de Augusto.

Asimismo, se suele obviar que hubo dos siglos de presencia bizantina en Hispania.

La trágica desaparición del Imperio Romano de Oriente, con la caída de Constantinopla en manos de la barbarie turca, hizo que Hispania se convirtiera en ese “país de trasvase” que acabara uniendo el Mediterráneo el Atlántico. De Hispania a Spania y España.

España como trasvase de oriente y occidente, pues la misma irrupción islámica supuso un trasvase, amén de elementos árabes, también de bizantinos y persas; al igual que Roma no se entiende sin Grecia y Egipto.

La conciencia de la España perdida del reino de los godos hizo que España retomara su rumbo frente a la otra realidad (Al Andalus) en su suelo. Se reconstruye a sí misma en la Península e islas adyacentes, pero no se queda ahí; porque España, como tierra de frontera, hace vivo el recuerdo del África romana sepultada sobre el islam, como presencia de centinela europea en África; todavía en Ceuta y Melilla. Y España se prolonga como Atlántida hecha real (anunciada en otra realidad: El Jardín de las Hespérides asentado en Canarias) al fundir la Europa del sur heredera de Roma en el Nuevo Mundo.

El protagonismo que ya se anunciaba en época preislámica con Toledo y Constantinopla como grandes centros de saber irradió como foco universal.

Unos pudieron librarse de los bárbaros, otros no.

Sin embargo, a pesar de lo que digan ignorancias y envidias, los referentes están claros y en la continuidad de nuestra romana senda siempre nos podremos reconstruir. Todo es ponerse.

NOTA

(1)Recuérdese:

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