El testamento de la reina Isabel de Castilla es una joya de la corona de la historia hispánica por lo mucho que significa y abarca. Es un testamento que tiene un gran alcance para el futuro, para comprender una forma de gobernar y hasta una forma de ser, un arquetipo de alguien que se encontró una Castilla hecha jirones por continuas guerras civiles y se apoyó en su pueblo frente a los abusos de muchos señores y nobles; siendo que tanto ella como su marido, Fernando de Aragón, lograron ir convenciendo a los levantiscos para que se sumaran al gran nuevo proyecto político que supuso la unión de las dos coronas, desde el Mediterráneo al Atlántico.
Ahora que tanto se habla de empoderamiento femenino, sin embargo, no se nos pone a esta reina como ejemplo, cuando es, de lejos, una de las mujeres más importantes de la historia. Sin embargo, nuestros liberales y progresistas desde el siglo XIX se dedicaron a echar mierda contra su nombre, llegando hasta nuestros días una infame leyenda negra que nos tiene taladradas las mentes y las almas. Y eso fue mucho antes de que los comunistas se hicieran con el mundo mediático. Al fin y al cabo, en muchos casos los comunistas no han hecho sino recoger lo que les dejaron los liberales.
El arquetipo castellano y católico de Isabel como Madre de América es sin duda una gran sugestión y un refuerzo para nuestras conciencias por encima de las muchas mentiras que se han vertido contra ella y contra nuestra patria para tenernos avergonzados y sojuzgados. Empero, en el siglo XXI, hartos ya de tanta propaganda, muchas cosas empiezan a cambiar y volvemos los ojos hacia lo mejor de nuestra historia. Así, analizamos desde varias perspectivas este imprescindible y arquetípico documento (con sus consecuentes implicaciones) con el pana Emilio Acosta Ramos de Venezuela Provincial.
¡Pasen y vean!
*Sobre Emilio Acosta Ramos y Venezuela Provincial:
