Uno de esos descendientes de emigrantes recientemente nacionalizados españoles es Manuel Haces-Aviña, un joven ejecutivo de una multinacional tecnológica, que trabaja en México de DF. Desciende de asturianos de Puertas de Vidiago (Llanes) que asentaron en el estado mexicano de Tamaulipas. “Para mí, tener la nacionalidad española supone honrar a mi abuelo; es un asunto del corazón”, asegura. Ese, más o menos, es el mensaje común que transmiten los cuatro nietos de emigrantes asturianos, dos argentinos y dos mexicanos, con los que LA NUEVA ESPAÑA ha hablado para perfilar qué hay detrás de esta oleada de peticiones cuya interpretación requiere otro elemento clave, además del emocional. Especialmente en países que están pasando por graves crisis económicas, como Cuba o Argentina, la nacionalidad española facilitarlas puertas a la emigración a España, una suerte de retorno sobre los pasos de los abuelos en busca de un futuro mejor. Para muchos, la ley representa un “acto de justicia” hacia los que emigraron y lo mucho que aportaron a España en momentos de pobreza y hambre –como fue el caso de Asturias-, pero también una oportunidad de fortalecer los lazos emocionales y empresariales. No son pocos los mexicanos nacionalizados españoles que tienen en mente invertir en España.
Es el caso de Manuel Haces-Aviña, de 41 años. “La ‘ley de nietos’ es espectacular y creo que puede beneficiar a España. Ojalá se haga permanente. En México conozco, al menos en mi contexto, a mucha gente que ahora es española que está planteándose poder invertir para abrir negocios en España o recomprar las casas de sus antepasados y poder hacer vida en un pueblín por temporadas. A mí mismo me encantaría invertir. Me encantaría poder comprar una sidrería y comenzar a traerme sidra. De hecho, yo hago sidra en mi casa en México. Aprendí. Me mandé fabricar una prensa para mayar manzana y hago sidra. Tengo que reconocer que le falta un poco de cuerpo, pero es porque no tengo manzana asturiana aquí”.
La ley de nietos, apunta Haces-Aviña, puede favorecer las inversiones mexicanas en España, pero también reforzar el flujo de los negocios en sentido inverso: “Creo que esta ley y las nuevas nacionalizaciones también abren mucha oportunidad de hacer negocio, aquí en México o con Estados Unidos, gracias a las conexiones que tenemos los mexicanos. Es también una buena oportunidad para difundir la cultura española. Es una buena manera de volver a unirnos”, resume.
No obstante, los motivos que llevaron a este joven mexicano a acogerse a “ley de nietos” son puramente emocionales, identitarios: “Llegué a solicitar la nacionalidad española para honrar a mi abuelo, que siempre estuvo involucrado en temas de la hispanidad. Mi abuelo, desde niño, nos inculcó el amor por España. Él nació en Ciudad Victoria, en el estado de Tamapulipas, pero su padre era asturiano y siempre lo mantuvo muy cercano a toda la comunidad española”, explica Manuel Haces-Aviña. “Mi abuelo tenía pasaporte español, pero en 1978 tuvo que quedarse solo con la nacionalidad mexicana. En 2007, gracias a la ley de Memoria Histórica, pudo recuperarla. Entonces fue cuando la obtuvo mi padre. Y yo también la solicité, pero entonces me la denegaron porque la emigración de mi abuelo no fue un exilio político. Fue más bien por toda la pobreza que había en Asturias. Ahora, con la nueva ley de Memoria Democrática ya pude obtenerla”.
Para él la nacionalidad “es un tema del corazón”: “El amor por Asturias es algo que siempre nos inculcaron. Y algo que siempre nos inculcaron también fue regresar a España. Antes era muy difícil viajar, pero cuando los precios de los vuelos bajaron, al menos aquí en México, se hizo muy barato y desde los años dos mil empezamos a ir con bastante frecuencia. Todavía tengo parientes en Puertas de Vidiago. Trato de ir cada año a Asturias. La última vez fue ahorita, en septiembre, estuve prácticamente tres semanas. Para a ver a la familia, para a tratar de seguir conectado con la tierra”.