Por: Amilcar Perez Riverol (de Facebook)
Lo que está pasando en San Isidro, no es apenas con los miembros de ese Movimiento. Es con todos.
Poco importa que no te interesen las ideas, métodos o proyectos de sus integrantes, ahora mismo víctimas cercadas. Hay algo más nítido por terrible que establece una conexión directa entre ellos y nosotros.
La brutalidad con que se conduce su verdugo. La certeza de que, si sacas un solo pie fuera del perímetro, no dudará ni un segundo en ser también el tuyo. Lo que está sucediendo en San Isidro, ese despliegue de Estado, ese bloqueo que le cierra el paso a una vecina cargada de alimentos o una madre cargando sus angustias, no es apenas un mensaje a ese Movimiento, es una advertencia total a cualquier gesto.
Una advertencia para que no se nos olvide que hay un precio por estar a salvo. Y que la factura de ese olvido se paga, primero con el miedo y luego, a hierro caliente. Sobre el cuerpo.
La desproporcionada represión en San Isidro vuelve a mostrar –irónicamente – las verdaderas proporciones del desastre que es hoy Cuba. Un Estado entero destinándose a la guerra total contra 13 ciudadanos que no quiere. Que se han juntado en una cuadra, en una casa de una calle, a leerse y leernos poesía.
