Miguel de Cervantes definió a Sevilla como « Roma triunfante en ánimo y nobleza ».
La cantante cubana Lucrecia dijo que, cuando visitó Sevilla por primera vez, lo que más le llamó la atención fue la luz.
El grupo cordobés “Medina Azahara” canta:
“Y esa luz que me da Sevilla al respirar,
esa luz que me da alma y vida.
Esa luz que nos da fuerza y libertad,
magia y luz en tus calles, Sevilla. “
Antaño me preguntaba si a lo mejor no éramos muy exagerados los hispalenses con respecto a nuestra Sevilla, puesto que a todos los andaluces se nos presupone eso de la exageración. Empero, la verdad es que para valorar Sevilla en su justa medida hay que pasar un tiempo fuera. Por causa de la fuerza mayor de la emigración, estuve del 2011 al 2014 sin verla, toda vez que, cuando en el 2012 estuve una semana escasa de vuelta, no salí del pueblo. Y en esos últimos días del 2014 comprobé que sobre Sevilla todo lo que se diga es poco, que no hay exageraciones que valgan. En Sevilla se hizo la luz: La luz que embelesa, que embebe con suavidad y dulzura así esté bien entrada la noche.
Sevilla es romana, mudéjar, gótica y barroca. En ese equilibrio respiran las más bellas y lógicas combinaciones.
Sevilla es la llanura calurosa que arde mirando al cielo.
Sevilla es el patio que, avistado desde el zaguán, ya parece un museo.
Sevilla es la ciudad de las expresiones a flor de piel, con permiso del ingenio, la ironía y la vergüenza torera.
Sevilla es la ciudad del azahar y del incienso como ejemplo máximo de la primavera más bonita del mundo al pie de la cruz.
Sevilla es el sempiterno misterio de las callejuelas y las plazoletas de sombras y rumores.
Sevilla es el arte derrochado con poesía, pintura, música y guasa.
Sevilla es el río grande que se junta con el océano Atlántico que se abrió cual mar Rojo ante Moisés como Mare Nostrvm para los hispanos. Porque Sevilla siempre es por y para las Españas. Porque Sevilla también está en las Islas Afortunadas y se disemina por toda América.
Sevilla es el mundo visto a través de un pastor castellano, un vaquero leonés, un músico asturiano, un marino vascón, un cargador gallego, un comerciante catalán, un guanarteme canario, un negro menesteroso, un morisco asolapado, un gitano avezado; o ya puestos, también es el mundo visto a través de un aventurero portugués, un avispado italiano, un caballero francés, un arquitecto alemán, un orfebre flamenco, y todo el que se ponga por delante. Porque Sevilla tiene mucho mundo, aunque quiera encerrarse en sí misma.
Sevilla tiene su corolario en Manuel Machado, cuando dijo con toda su alma: “Y Sevilla…”
Sevilla: Siempre impresionante, justamente exagerada.
-Antonio Moreno Ruiz
*Imagen de http://sala-mandra.es/
