Un visionario de cuna lanzaroteña
Ignacio S. Acedo / La Habana (Cuba)
Lanzaroteño de Tías, Guillermo Cabrera (1940) disfruta de una condición privilegiada en el panorama económico de Cuba. Veinte años cumple ya de actividad comercial en el país caribeño con unos índices de calidad, al frente de su empresa, que rozan la excelencia. Un aval imbatible.
Una promesa familiar fue el origen de todo. «Mi madre, ya a punto de fallecer, nos comprometió a venir a Cuba a buscar a un hermano suyo que ni siquiera había podido conocer. Vinimos y, en mi caso, ya establecí los primeros negocios que, con el paso del tiempo, se han consolidado de una manera firme y provechosa», recuerda.
En 1995 arrancó allí Guillermo Cabrera sus maniobras.Empezó con almacenes universales, pasó la zona franca y, de ahí, a trabajar con el aparato gubernamental para atraer capital extranjero. «Toda fue tan rodado que me metí por mi cuenta a comprar productos de aquí y exportarlos a Canarias, como los jugos de Tropical, me introduje en la Cámara de Comercio… Y ya decidí montar Cabrera y Pérez en Cuba, asesorado por un abogado de mi máxima confianza», especifica. Dicen de él que posee un don natural para detectar las mejores coyunturas para prosperar y, en el caso de Cuba, ha tenido tacto de cirujano. «Desde que llegamos no hemos dado ni un paso atrás. Tenemos ya nuestra oficina legalizada, surtimos a la mayoría de las empresas cubanas, otorgamos líneas de crédito… Todo nos funciona de maravilla porque si algo nos ha distinguido es el estricto cumplimiento de las leyes y el afán de trabajo y superación continuo», añade el patriarca del conglomerado.
Cabrera y Pérez funciona con un modelo vanguardista: busca empresas de producción en Asia y Europa, a las que abastece de materia prima y, obtenido el producto, procede a su oferta en Cuba, que es el primer gran cliente que tiene en su cartera.
«Maquinaria, plásticos, productos químicos, estamos con una línea de productos alimenticios propia… Tenemos una diversificación importante que nos permite mantener una buena presencia en el mercado. En Cuba no te puedes especializar en algo en concreto, siempre se requiere un margen más amplio de maniobra», sostiene un empresario que, pese a su amplia experiencia y trayectoria, exhibe un entusiasmo admirable. «Soy un hombre de retos, de desafíos, me encanta lo que hago y me encanta estar en Cuba», enfatiza en presencia de su hija Carolina, a la que ha puesto al frente de la sucursal enclavada en el reparto de Miramar, la zona más exclusiva de La Habana.
Guillermo Cabrera define como de «muy fructífera» su consolidación en Cuba, hasta el punto de haber ampliado la nómina de personal y se muestra expectante por un aperturismo que él mismo se encargó de vaticinar años atrás:
«Que Cuba acabaría abriéndose al mundo estaba cantado. Ahora ya hay gestos y movimientos muy importantes. Se ve un interés de invertir enorme, hay un puerto, el del Mariel, en plena expansión para la recepción de mercancías…Todo apunta a un crecimiento y, desde nuestra posición, ya estamos preparados y adaptados a los nuevos tiempos». Palabra de un visionario que salió de las entrañas de Lanzarote.
Salir o no salir. El dilema de un empresario frecuentemente se detiene en este cruce de caminos. A veces ha funcionado la emprendeduría fuera de casa. En otras ocasiones, la tardanza en atreverse frenó cualquier camino a la prosperidad. Guillermo Cabrera ha roto moldes. Guiado siempre por su olfato empresarial, hoy puede presumir de haber llegado en tiempo y forma a un mercado emergente como el cubano.
«Hemos ido a Venezuela o Cuba y llegábamos a última hora a coger las esquinas. Nos gusta criticar mucho también, perder el tiempo en cosas que no llevan a nada. Yo me desmarco de ese inmovilismo que a veces percibo en paisanos míos. Aquí hay varios canarios que han venido a trabajar y lo hacen perfectamente en la hostelería y otros gremios», detalla.
«Lo que no se puede confundir es Cuba con no esforzarse. Aquí tienes todo para crecer porque Cuba posee un sistema muy serio y seguro. Pero si vienes a pasearte y a vivir del cuento, pues como en cualquier otro lado del mundo, apaga y vámonos. El empresario canario que venga y se esfuerce, irá para arriba», confirma asentado en su máxima de «trabajo y honradez» que le ha llevado a ser voz de referencia en el panorama actual alrededor de La Habana. Lleva ni más ni menos que veinte años en primera línea de actuación. Y con resultados inmejorables.
Una promesa familiar fue el origen de todo. «Mi madre, ya a punto de fallecer, nos comprometió a venir a Cuba a buscar a un hermano suyo que ni siquiera había podido conocer. Vinimos y, en mi caso, ya establecí los primeros negocios que, con el paso del tiempo, se han consolidado de una manera firme y provechosa», recuerda.
En 1995 arrancó allí Guillermo Cabrera sus maniobras.Empezó con almacenes universales, pasó la zona franca y, de ahí, a trabajar con el aparato gubernamental para atraer capital extranjero. «Toda fue tan rodado que me metí por mi cuenta a comprar productos de aquí y exportarlos a Canarias, como los jugos de Tropical, me introduje en la Cámara de Comercio… Y ya decidí montar Cabrera y Pérez en Cuba, asesorado por un abogado de mi máxima confianza», especifica. Dicen de él que posee un don natural para detectar las mejores coyunturas para prosperar y, en el caso de Cuba, ha tenido tacto de cirujano. «Desde que llegamos no hemos dado ni un paso atrás. Tenemos ya nuestra oficina legalizada, surtimos a la mayoría de las empresas cubanas, otorgamos líneas de crédito… Todo nos funciona de maravilla porque si algo nos ha distinguido es el estricto cumplimiento de las leyes y el afán de trabajo y superación continuo», añade el patriarca del conglomerado.
Cabrera y Pérez funciona con un modelo vanguardista: busca empresas de producción en Asia y Europa, a las que abastece de materia prima y, obtenido el producto, procede a su oferta en Cuba, que es el primer gran cliente que tiene en su cartera.
«Maquinaria, plásticos, productos químicos, estamos con una línea de productos alimenticios propia… Tenemos una diversificación importante que nos permite mantener una buena presencia en el mercado. En Cuba no te puedes especializar en algo en concreto, siempre se requiere un margen más amplio de maniobra», sostiene un empresario que, pese a su amplia experiencia y trayectoria, exhibe un entusiasmo admirable. «Soy un hombre de retos, de desafíos, me encanta lo que hago y me encanta estar en Cuba», enfatiza en presencia de su hija Carolina, a la que ha puesto al frente de la sucursal enclavada en el reparto de Miramar, la zona más exclusiva de La Habana.
Guillermo Cabrera define como de «muy fructífera» su consolidación en Cuba, hasta el punto de haber ampliado la nómina de personal y se muestra expectante por un aperturismo que él mismo se encargó de vaticinar años atrás:
«Que Cuba acabaría abriéndose al mundo estaba cantado. Ahora ya hay gestos y movimientos muy importantes. Se ve un interés de invertir enorme, hay un puerto, el del Mariel, en plena expansión para la recepción de mercancías…Todo apunta a un crecimiento y, desde nuestra posición, ya estamos preparados y adaptados a los nuevos tiempos». Palabra de un visionario que salió de las entrañas de Lanzarote.
Salir o no salir. El dilema de un empresario frecuentemente se detiene en este cruce de caminos. A veces ha funcionado la emprendeduría fuera de casa. En otras ocasiones, la tardanza en atreverse frenó cualquier camino a la prosperidad. Guillermo Cabrera ha roto moldes. Guiado siempre por su olfato empresarial, hoy puede presumir de haber llegado en tiempo y forma a un mercado emergente como el cubano.
«Hemos ido a Venezuela o Cuba y llegábamos a última hora a coger las esquinas. Nos gusta criticar mucho también, perder el tiempo en cosas que no llevan a nada. Yo me desmarco de ese inmovilismo que a veces percibo en paisanos míos. Aquí hay varios canarios que han venido a trabajar y lo hacen perfectamente en la hostelería y otros gremios», detalla.
«Lo que no se puede confundir es Cuba con no esforzarse. Aquí tienes todo para crecer porque Cuba posee un sistema muy serio y seguro. Pero si vienes a pasearte y a vivir del cuento, pues como en cualquier otro lado del mundo, apaga y vámonos. El empresario canario que venga y se esfuerce, irá para arriba», confirma asentado en su máxima de «trabajo y honradez» que le ha llevado a ser voz de referencia en el panorama actual alrededor de La Habana. Lleva ni más ni menos que veinte años en primera línea de actuación. Y con resultados inmejorables.