Si ese señor tuviese un mínimo de dignidad, no vestiría ese uniforme vergonzoso. Tan sencillo como eso.
Nada mejor para confirmar mi reflexión que este texto que el fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano incluyó en una obra preciosa, titulada « El libro de los abrazos ». Espero lo disfruten y comprendan mi sentir.
Era el medio siglo de la muerte de César Vallejo, y hubo celebraciones. En España, Julio Vélez organizó conferencias, seminarios, ediciones y una exposición que ofrecía imágenes del poeta, su tierra, su tiempo y su gente.
Pero en esos días Julio Vélez conoció a José Manuel Castañón; y entonces todo homenaje le resultó enano.
José Manuel Castañón había sido capitán en la guerra española.
Peleando por Franco había perdido una mano y había ganado algunas medallas.
Una noche, poco después de la guerra, el capitán descubrió, por casualidad, un libro prohibido. Se asomó, leyó un verso, leyó dos versos, y ya no pudo desprenderse. El capitán Castañón, héroe del ejército vencedor, pasó toda la noche en vela, atrapado, leyendo y releyendo a César Vallejo, poeta de los vencidos. Y al amanecer de esa noche, renunció al ejército y se negó a cobrar ni una peseta más del gobierno de Franco.
Después, lo metieron preso; y se fue al exilio.