Buenos días, Palmaris tristes, compungidos e incluso abatidos.
Tanto yo soy París y yo soy Niza,
tanta es la comprensión al delincuente,
tan grande es el terror de tanta gente,
tan poco su valor, que ni cotiza.
¿Qué fuerza contra el mal se moviliza?
¿Qué puede hacer Uropa, ya impotente?
¿Donde se esconderá el hombre valiente
ávido de ganar esta golpiza?
Prohibase desde ya que abran mezquitas
vétese que se oculten tras los velos
hágase abolición de la Sharía.
Pónganseles las cosas bien claritas,
llévense los aviones a sus cielos,
mándese desplegar la infantería.
Salud y pronto para Ruth, Izaskun, Martín, Miguel y para el gran Gandalf del Rif.
Nada de clima en Valencia.
Sit tibi dies levis.
La sombra del Decreto de 1898 sigue siendo alargada, recordando una pérdida que trasciende lo puramente legal y se adentra en la esfera de la identidad y la...
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