Buenos días, Palmaris taurinos, señores e incluso decentes.
Malditos miserables malnacidos
se alegran por la muerte de un torero,
ensucian su memoria por dinero
y eructan satisfechos sus berridos.
El odio que emputece sus graznidos
encuentra en estas redes un vivero
de tontos y babosos sin babero,
que ladran sus infamias convencidos.
Descanse en paz el pobre Víctor Barrio,
consuélense si pueden sus amigos
y callen esos cafres inhumanos.
Persígase ante el juez tanto descarrio,
que sean ejemplares los castigos
y honremos en su muerte a los hermanos.
Salud y pronto para Ruth, Izaskun, Martín, Miguel y para el gran Gandalf del Rif.
Nada de clima en Valencia.
Sit tibi dies levis.
La sombra del Decreto de 1898 sigue siendo alargada, recordando una pérdida que trasciende lo puramente legal y se adentra en la esfera de la identidad y la...
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