El envío de fotos o vídeos con contenido erótico-sexual está « totalmente normalizado » entre los adolescentes y casi un 80 % reconoce haberlo hecho.
La profesora de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla Rosario Del Rey ha advertido hoy en el seminario « Educar en los tiempos de WhatsApp » que se imparte dentro de los cursos de verano de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) que el sexting, como se conoce este fenómeno, debe ser « desnormalizado » y los jóvenes deben tomar conciencia de lo que conlleva.
Del Rey se ha mostrado « abrumada » por los primeros resultados de un estudio que lleva a cabo con adolescentes sobre el sexting, una práctica reciente que los expertos analizan « como otra cosa diferente » al ciberacoso propiamente dicho.
Aunque no existe un mapa de lo que sucede en España, los expertos coinciden en que este tipo de envíos está asumido por los adolescentes que buscan « sobre todo ser populares ».
El sexting varía en función de la edad y no implica siempre un contenido « explícito », pero « si una niña de 9 años que acaba de ponerse un sujetador manda la foto a una amiga mostrando una tira con una cara insinuante » el mensaje es « claramente eróticosexual », considera Del Rey.
En el mundo adolescente, una relación de tres meses es una « pareja estable » a la que se puede mandar una foto porque creen que esa pareja es para toda la vida, aunque en la realidad « pasado mañana » haya cambiado de compañero o compañera.
Las chicas además « muestran más su cara en las imágenes » por lo que todavía quedan más explícitas las pruebas de la relación que facilitan la tarea si alguien quiere hacer daño.
Del Rey insiste en que « cada uno debe asumir » su responsabilidad: « el que se ha hecho la foto, el que la reenvía y el que lo cuenta ».
Aplicar la empatía, asumir los riesgos y dosificar la exposición a la información tanto entre adultos como entre jóvenes son algunas de las herramientas que propone para hacer frente al ciberacoso, que en grado severo padecen entre un 5 y un 10% de los jóvenes.
A la hora de atajar el problema ha hecho un llamamiento a los adultos que « también abusan de Whatsapp » al extremo de que en ocasiones se enteran de las cosas que han sucedido a sus hijos por un comentario aparecido en el grupo del colegio antes de que el propio niño lo cuente.
Los adultos tienen que ser « modelos » de comportamiento y deben ser conscientes « de que la autoridad no está en contar con mucha información sino en gestionarla bien ». « No se trata de quitar el móvil únicamente sino de crear criterios sólidos » hacia el niño y afrontar la tarea « difícil y molesta » de negociar un calendario de actividades « dejando claras unas pautas de uso que pasan ineludiblemente por meter el móvil en el cajón por la noche ».
Con estas directrices, se podría llegar a rebajar el grado de « saturación » de redes sociales al que se exponen los más jóvenes, que en gran medida presentan indicadores de « dependencia » como olvidarse de comer o ir al baño si están conectados.