Zoé Valdés: Una vida bajo la tiranía

«…1960, Año de la Reforma Agraria. Se impuso una ley que, parecía, iba a repartir las parcelas por igual, pero muchos campesinos perdieron sus tierras. Ese año, mi padre perdió sus dos mueblerías. La Revolución le quitó todo y un amigo suyo fue fusilado. Mi abuela lloraba por el expresidente Fulgencio Batista, quien huyó de la isla. Mi madre lloraba por mi padre y cuando cortaba cebollas. En ese año agrario mis padres se divorciaron y mi madre y yo nos mudamos a un estrecho cuarto en un solar.

1961, Año de la Educación. Cuando la Revolución y yo teníamos dos años, Castro emprendió una campaña de educación cuyo objetivo real era borrar la verdad. La nueva educación de la isla consistiría en realzar la figura de Castro y adoctrinar a los campesinos y a la juventud. Después de condenas y fusilamientos masivos, de incontables persecuciones a religiosos, homosexuales y a cualquier persona que no pensara igual que los nuevos líderes, mi madre se politizó en contra del régimen. Mi abuela, quien jamás renunció a su religión, se mantenía sumida en un riguroso silencio. El Che Guevara fue nombrado ministro de Industria y desde entonces ya empezaba a anticiparse el estrépito. En ese año de reeducación, Fidel Castro lo dejó claro. Con una pistola en la mesa, le dijo a los intelectuales de Cuba: “Con la Revolución todo, contra la Revolución nada”. El escritor Virgilio Piñera musitó que tenía miedo. Todos tenían miedo.

1962, Año de la Planificación. A menudo la planificación significa orden y progreso, pero no en Cuba. Parece una ironía que fue entonces que Fidel Castro trastocó el orden del mundo. Al estacionar misiles nucleares soviéticos en la isla que apuntaban hacia Estados Unidos puso al planeta al borde de una Tercera…»

-Más información en el enlace: https://www.nytimes.com/es/2019/01/27/revolucion-cuba/

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