Un hexagrama chino en la basílica del Pilar

-Por el filósofo Manuel Fernández Espinosa

EL HEXAGRAMA CHINO «WEI CHI» DEL «I CHING» EN LA BASÍLICA DEL PILAR: UN SÍMBOLO DE LA MILENARIA CHINA EN ZARAGOZA

La Basílica de Ntra. Sra. del Pilar es uno de los Santuarios marianos más importantes de toda la Cristiandad. La concepción arquitectónica del templo se le debe al sevillano Francisco de Herrera el Mozo (Sevilla, 1627-Madrid, 1685), hijo de Francisco Herrera el Viejo (pintor y grabador). En su trazado también se vieron involucrados algunos jesuitas como el P. Jacobo Kressa, catedrático de Matemáticas del Colegio Imperial de Madrid.

El P. Kressa y el polímata cisterciense P. Juan Caramuel estaban interesados en los descubrimientos científicos que por su época traían de China los misioneros católicos, como era el caso del misionero retornado P. Martino Martini, jesuita italiano que regresó a Europa convertido en uno de los primeros sinólogos. Para ese entonces, los jesuitas habían traducido el enigmático libro chino «I Ching» (Libro de las Mutaciones), libro fundamental de la filosofía china que inspira tanto al taoísmo como al confucianismo.

El «I Ching» se presenta vulgarmente como un libro oracular, empleado con finalidades mánticas, pero es algo más que un simple juego adivinatorio: en 64 hexagramas (figuras obtenidas sobre el lance de unas monedas cuyos resultados se basan en una estructura binaria: Yin-Yang) el «Libro de las Mutaciones» cifra todas las situaciones posibles del devenir, tanto del macrocosmos como del microcosmos conforme a una oculta ley de simultaneidad. El mismo erudito Padre Caramuel aprendió chino para comprender mejor la secreta combinatoria matemática que subyace en el «I Ching» y no fue ajeno a éste libro el filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz que, aunque protestante, se sirvió del «I Ching» gracias a los jesuitas que lo compartieron con él.

El médico, erudito y artista zaragozano contemporáneo D. José Chamorro descubrió recientemente que, en los cimborrios de la Basílica del Pilar, los jesuitas plasmaron el último de los hexagramas que aparece en el «I Ching»: el denominado «Wei Chi» (que se suele traducir como «Antes de la consumación»); el diseño de las líneas rectas enteras y partidas no es, por lo tanto, un simple motivo ornamental ni una elección caprichosa, sino que tiene una profunda simbología, pues el hexagrama «Wei Chi» nos remite a una situación de transitoriedad que expresa la que va de lo humano a lo divino, del invierno a la primavera, de lo terrenal a lo celestial: es el final de un ciclo que da comienzo a otro.

Con lo que, puesto -precisamente 64 veces, como 64 son los hexagramas del «I Ching»- en los cimborrios de la Basílica del Pilar se cifraría con ello la sacralidad del Santuario, su sentido de puente entre la Tierra y el Cielo.

Salir de la versión móvil