Territorio de la actual España, Lucero

Del conejo europeo, Oryctolagus Cuniculus poco o nada puede servir para darle nombre de Hispania a las tierras que configuran en la actualidad la tierra española, por mucho que nuestros amos y señores, los que tanto han injerido y destrozado la Historia de España, los cristianos vaticanos, mantengan en la actualidad como “lugar de conejos” el origen de la palabra Hispania.

Todos sabemos que, cuando el día se va acabando en estas latitudes mediterráneas, cuna del mundo de esta zona, la primera estrella que luce en el cielo al meterse el sol en el horizonte, es un LUCERO, un HESPERO, para los griegos; para la Helénica, la única civilización verdaderamente madre de la llamada cultura Mediterránea. Porque los romanos, espada en ristre, y ya muy detrás de ellos y sus sandalias conquistadoras y copiadoras de lo que había, sus herederos los vaticanistas posteriores, se dedicaron y han logrado propagar que poco más o menos sabemos beber agua en el botijo, o beber vino en el porrón, porque ellos nos enseñaron.

Cuando la Universidad de París era el crisol de la ciencia del conocimiento del mundo de aquel entonces, concretamente en el siglo XV, un Rector de la misma, Pierre D’Ailly, recopiló todos los saberes que al respecto del mundo se conocían en aquel entonces y a la altura de su siglo.

El francés Pierre de D’Ailly, que aprovechando el pluriempleo del palomo del espíritu santo entre el papa de Avignón en Francia y el de Roma que había traicionado a su vez al de Bizancio, y ayudando según la ocasión al papa francés o al romano llegó a Cardenal y le salió la papada correspondiente por causa y mor de los buenos potajes que se comía, en su interesante libro para mi persona, en su “Imagen del Mundo”, deja claro y conciso, que al lucero primero que brilla el primero en la tarde, el Lucero de la Tarde o Lucero Vespertino (de vespe, tarde, cena), era EL HÉSPERO, e indicaba con su posición celeste, el Poniente de las tierras Europeas. Y claro, de Héspero, sí puede derivar y DERIVÓ HISPANIA. Y lo de los conejos, que los había y los sigue habiendo en toda la zona del Mediterráneo, queda muy bien y tiene el mismo rigor científico que el asunto del Paraíso Terrenal y la manzana del bien y del mal.

Si no lo olvido, en cuanto termine de escribir estos renglones, voy a intentar corregir en el Google otra tontería más correspondiente a esa injerencia de la gente romana, no de aquel tiempo de su sandalia, espada y poco camino ibérico, sino posterior, cuando en pleno brillo y esplendor del fascismo en Alemania, Italia y España, el Vaticano, tanto monta monta tanto, quiso y casi logra que el latín, fuera la lengua oficial de la diplomacia mundial, al tiempo que en España se produjo una involución monopolizada por el catecismo fanquista-vaticano, que todavía perdura entre saltos de conejos y espartos.

El Lucero de la Tarde, tiene otro héspero hermano, el Lucero del Alba: el Eósforo: “Portada de la Luz”, nombres más lógicos, mas científicos, sin caer en la vulgaridad histórica hasta de las cosas más simples, que una secta religiosa que solo busca en principio y como basamento de su estructura vivir campeando sobre todo y sobre todos, con holgura lo ha logrado.

En las jóvenes generaciones actuales está y recae el ingente trabajo de corregir toda una trama histórica de hechos y dichos urdida desde la secta vaticana, que, incluso, olvida siempre, que la gente ibérica que poblaba estos territorios, fueron visitados en un principio por Fenicios, después por Griegos, y, en tercer lugar por romanos militarizados, llenos de mercenarios, que se atribuyeron, mejor: que le atribuyeron posteriormente los injerientes vaticanos arrimando todas las brasas siempre a sus sardinas, que hasta la bragueta en los calzones, es asunto suyo, por los botones de las sotanas de los curas.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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