Pedro Sánchez: Con faldas y a lo loco

Por: Carlos Cabrera Pérez
Sánchez Pedro, el galán de la vacuidad, dio el campanazo con su Moción de Censura (que reitero es una operación del sistema para intentar salvar el bipartidismo del naufragio) y formó un gobierno sólido en la mayoría de las áreas, que es bueno para España porque ha aprendido que con las cosas del comer no se juega; pero como se siente deudo de varios sectores se ha puesto a hacer guiños tramposos y ha tenido que esconderse en Moncloa hasta que amainen las tormentas.
El problema de España no es que haya un gobierno con más mujeres que hombres, sino que las mujeres de a pie de calle tengan el mismo salario en igualdad de cargos y responsabilidad que los hombres y que la sociedad reconozca su papel de vanguardia sociológica que viene desempeñando desde hace años.
Que las mujeres que trabajan fuera de casa no padezcan una segunda jornada laboral en sus domicilios, sin ayuda de los maridos e hijos.
Y, vital, que ninguna mujer sea maltratada o muera a manos de un cabrón.
El problema de España no es que un maricón sea ministro, sino que gays y lesbianas no sean distinguidos del resto de la sociedad como un estigma y que los homosexuales que aún están en los armarios no teman asumir su sexualidad con naturalidad sin temor a ser discriminados laboralmente o a la hora de alquilar una vivienda.
En tiempo récord, Sánchez Pedro ha pasado del encandilamiento a tener que modificar su propio CV, a forzar la marcha de un ministro que defraudó a Hacienda y que -paradójicamente- habiendo labrado su fortuna en programas de televisión jauría, haya tenido la geta de decir que se iba harto de la jauría y porque ama la cultura. A ver, Maxim, chico, tu amas la pasta gansa.
La acogida de los inmigrantes del Aquarius, que apoyo sin fisuras porque se trata de una emergencia humanitaria, es otro gesto para la galería porque -lamentablemente- no resolverá el drama de la inmigración que existirá mientras haya un mundo rico y otro pobre, además de que es un negocio controlado por mafias y que obedece a ciclos económicos que demandan mano de obra semiesclava.
España es una de las puertas sur de Europa y tránsito de inmigrantes que prefieren buscar empleo en otros países europeos y esa condición obliga a una política eficaz y justa, salvo que Sánchez, en otra de sus ensoñaciones, pretenda favorecer que surja un partido de extrema derecha y debilitar al PP como hizo el PS francés con los resultados conocidos.
Los experimentos políticos que implican el sufrimiento de las personas en tiempos de crisis, se sabe que empiezan con discursos huecos e inflamados, pero nunca como acaban. Y si en Moncloa hay tentaciones de usar la inmigración como plataforma solapada para fomentar un Le Pen español, Sánchez debía mirárselo.
Gobernar implica servir y no funcionar a golpe de pantallazos efímeros como los globos sondas de acercar presos a Cataluña y Euskadi, salvo que Sánchez, que apoyó la aplicación del 155 sin fisuras, ahora pretenda borrón y cuenta nueva de la mano del bailarín impenitente.
Rodríguez Zapatero y Sánchez han ido reduciendo al PSOE a la condición de partido regionalista: solo gobiernan en Andalucía con el apoyo de C´s, en Asturias con IU, en Castilla La Mancha y en Extremadura con la tolerancia de Podemos.
Cualquier mensaje de enjuague con los golpistas catalanes, por mucha pedagogía que se intente, caerá como un jarro de agua helada en esos territorios, que son los últimos graneros de votos socialistas por el esquema de clientelismo caciquil de los neoseñoritos sociatas.
En paralelo, el nuevo presidente ha intentado asaltar internamente a su propio partido en aquellos territorios que considera hostiles a su poder, mediante el nombramiento de Delegados y Subdelegados de Gobierno en autonomías y provincias.
Otra muestra de su inmadurez política, pues con 83 diputados se puede encontrar que Susana Díaz, Fernández Vara, Javier Fernández o García-Page ordenen a sus diputados que rompan la disciplina de voto y lo abandonen a su suerte en ese Congreso de Diputados cuasi balcánico que padecemos.
El nombramiento de la Delegada del Gobierno en Extremadura es otro ejemplo de su sectarismo avieso y de su capacidad para generar problemas innecesarios a menos de un año de elecciones autonómicas y municipales, lanzando opas hostiles sobre los barones regionales que lo agraviaron en su día.
Los socios de Moción de Censura andan a la espera de cobrar las facturas correspondientes, Pablo Iglesias, ese chaval que iba a asaltar el cielo y ha acabado atracando a sus propios votantes, ya ha puesto sobre la mesa una nota con 20 medidas y ha reiterado que quiere pan. Ya sabemos que las penas con pan, son menos. La conversión errejonista de Iglesias es de libro.
¿Que no quieres casta? Toma tres castas.
Los nacionalistas andan envalentonados con la marcha de Rajoy y el descoloque de Ciudadanos y, aunque han modulado sus mensajes, tienen listas las faltriqueras para cobrar y las dagas para degollar en caso de que el válido del bipartidismo se ponga digno.
Sería útil para España que Nadia Calviño, Margarita Robles, José Borrell y Grande-Marlaska maticen a la vedette que habita en Sánchez Pedro porque a los retos como la deuda, que supera el 100% del PIB, la inmigración, el envejecimiento de la población y baja tasa de nacimientos, la precariedad laboral y la desigualdad que ensanchó la crisis hay que responder con política, no con aspavientos mediáticos para contentura efímera y minoritaria.
España es un país europeo, atlantista y aliado de USA en un mundo que sigue sin reordenar sus esferas de influencias tras el fin de la Guerra Fría y, si el presidente duda, que llame a Rodríguez Zapatero y le pregunte por aquella noche en que Obama y Merkel lo despertaron de su sueño de colorines.
La estaciones CIA y Mossad en Madrid deben andar con la mosca tras la oreja con los relámpagos sanchistas. Quizá por eso, los Reyes se han ido a USA a ponderar la huella de España y, de paso, tranquilizar a los aliados, garantizándole que Pedro Sánchez, aunque juguetón, es uno de ellos.

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