Menos mal que existen los EE.UU.

Si no, había que inventarlos. Y de hecho se inventaron con todos los “recortes” europeos. Pero nadie tuvo en cuenta que aquellos “recortes sociales” que llegaron, en su inmensa mayoría con lo puesto y los dientes nuevos, sin usar, en cuantico empezaron a comer todo los días, aunque fuera carne de nativo a la parrilla, se llevaron la mano al corazón, y comenzaron a invocar el nombre de dios en canturreras, gracias a ese gesto y canto, no existe en toda la pelota de la tierra un solo centímetro cuadrado que no lo haya orinado un estadounidense del norte y se lo haya adjudicado como de su propiedad o de su abuelico.

No es muy conocido en el ámbito popular que el primer genocidio del pasado siglo XX lo cometieron los EE.UU en Filipinas. Y como genocidio se puede entender que no es tal cosa matar a miles de gentes, caso de los aborígenes americanos para arrebatarles sus tierras, no, tal crimen o asesinato colectivo no es un genocidio, porque por genocidio se puede entender cuando miles o millones de seres humanos se envían todos a su muerte de un modo innecesario, simplemente por el placer de matar, aunque después se atribuya que se hace porque eran infieles, abrían la boca mientras comían, o no se duchaban lo suficiente.

Influenciados bajo unos medios de comunicación que lo único que les interesa es mantener las puertas abiertas, y todo lo demás es secundario para ellos, los EE.UU, han cuidado con esmero aparecer siempre en la crónica y en las noticias como unos pobres demócratas, que todo el resto de la gente se quiere aprovechar de su bondad y desprendimiento o desapego a las cosas materiales. Y han seguido la misma línea propagandística vaticana; no sabiéndose bien donde empiezan unos y terminan otros, y al contrario.

Todos sabemos que a Pear Harbor se llegó por la sola malicia de los japoneses, y no porque los EE.UU. estuvieran con ganas y hechos de invitarlos, desde el emperador para abajo, a “beber agua” como hacían con los filipinos hasta que murieran ahogados, y si era con agua de mar, mejor. Y lo peor es que aquel tiempo de conceptos imperiales de razas superiores a otras, está volviendo (en realidad nunca se ha ido el fascismo de EE.UU disfrazado de gentes nobles, supervivientes de pobres emigrantes), y con la tremenda brutalidad que está protagonizado bajo el pelo tintado de Trump, la humanidad vamos de pelo en pelo: primero el bigote de Hitler y de Franco, y ahora el tintado del aplaudido Trump.

Los dos o tres millones, el número fue y va a ser imposible de calcular, de filipinos que no vieron vivos los primeros diez años del siglo XX, a manos de los democráticos imperialistas EE.UU, se le sumarían más tarde, 1.945, otros millones más, cuando en un alarde de poder y democracia, lo que para su crónica los estados unidenses calificaron como la “Batalla de Manila”, y de los más de cinco millones de civiles que bombardearon en la citada ciudad arrasando toda la vieja obra civil española y filipina, es probable que no hubieran, sumándolos todos, cien mil soldados japoneses, nos puede dar una idea de que hay solera genocida en EE.UU para que tengan que pasar muchos años y nos podamos enterar de la realidad de lo que está aconteciendo actualmente con los hispanos en el democrático y libre suelo Usa, donde hoy, sin ir más lejos, los están masacrando ante el silencio cómplice de todos los medios de comunicación y diplomáticos de este perro mundo.

El mismo refinamiento social que se utilizó para apoderarse de los bienes de los judíos por parte de la iglesia católica cuando la Inquisición en España, lo utilizaron en su día, por largos años, los yanquis con los bienes raíces y valores de los japoneses que estaban viviendo en aquellos territorios Usa después de lo de Pear Harbor. Y el franquismo, con sus espías, de corte falangista, fue, paradójicamente, el encargado de dar fe a Japón de tal atropello contra ciudadanos totalmente inocentes.

En la actualidad todo lo hispano, para el fascismo EE.UU, está siguiendo en la misma línea inquisitorial, con la única salvedad o diferencia de que un pueblo, el lobby judío de Usa, dueño de todos los medios de comunicación casi a nivel mundial, a pesar de que estuvieron muy cerca de desaparecer como religión, guardan un silencio al respecto del actual y vigente genocidio en EE.UU, que descoloca.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis

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