Marruecos y Cuba otra vez conectados

Después de más de treinta y cinco años de estar, prácticamente, vueltos de espaldas estos dos países que tienen en común un tremendo potencial comercial, de recursos naturales y turísticos, ahora el rey de Marruecos ha dado un primer y definitivo paso para que ambos países planten legaciones en Casablanca y La Habana, al objeto de afianzar asuntos que mejoren la economía de ambos países.

La diplomacia española, que ya son muchos los que dicen que son los más hábiles a la hora de beber alcohol disfrazado de zumo de naranja, pero que tiene el saco de las avellanas abierto hasta que se le ponen rancias de no hacer nada, no solo es que no han aplaudido tal acontecimiento diplomático, sino que, siguiendo su línea de inoperatividad institucional, probablemente ni se habrán enterado del encuentro diplomático porque estarán reunidos garbillando agua diplomática española, la más incolora y con menos sabor del mundo, y han “tocado” de oído como norma de una costosa casa, que, al igual que otras muchas en España, no se ganan el jornal.
Cuba y Marruecos, Marruecos y Cuba, España, Marruecos y Cuba, pueden ser un triángulo comercial de primera magnitud, porque existe basamento para ello. Pero, claro está, España tiene que pedirle a sus dos jefes, a Usa y al eje Franco-Alemán, permiso para ver con quién se junta y con quién no, y por eso, como a la hora del chisme y del garbilleo de agua la diplomacia española, de las más silenciosas del mundo porque lleva una vida contemplativa de trapense, ya ha dicho que en la citada unión diplomática, que va, sin duda de ninguna clase, a robustecer las relaciones comerciales entre dos países con identidad propia, que miran más su propios intereses que los de sus jefes imperiales, la diplomacia española, la miríada de asesores de tipología tertuliana pero mejor pagados, solo le otorgan un componente político porque previamente así ha sido la orden de la circular del estado mayor recibida.
Y del mismo modo que la degradación genuina madrileña, que por la invasión que ha sufrido Madrid de formas gringas y europeas en su comercio cotidiano, están haciendo que Madrid sea un lugar donde los establecimientos de una calidad exquisita por la presencia del hombre que estaba atento al gusto del que entraba a un bar, o a un hotel, y ahora todo está trucado por ordenadores y órdenes escritas y regladas que le ha quitado la gracia a la vida turística y del visitante, esa invasión que chirria en el gusto de muchos españoles y acrecienta cierta nostalgia por tiempos cuando Madrid se fue decantando como ciudad diferente, para bueno, a todas las ciudades de Europa a la hora de acoger gente de fuera, se está poco a poco enfriando en calidad y humanidad porque al parecer ha apostado por el saldo contable de las ganancias saturadas.
Apostar por las raíces, por aquello que forma parte sustancial nuestra, es desarrollar un humanismo que se está perdiendo en beneficio de la máquina y el saldo contable escandaloso. Marruecos es la raíz nuestra, la raíz de España, de nuestros mayores. Cuando estamos en Marruecos, muchas pinceladas de su vida cotidiana, especialmente a los que somos del sur, o de Madrid para abajo, nos produce tilín y nos ocasiona un pellizco genético que nos llena de satisfacción por haber encontrado su fuente y lugar de nacimiento.
Cuba, sus ciudades y sus campos, de continuo nos deja un sabor en la boca como que estamos en una España del otro lado de la mar en la razón de que nosotros, los españoles, con mimo y cariño quisimos vivir en Cuba conservando los aires de España. Y si ese fue el sentimiento que corrió a lo largo y a lo ancho de cada uno de los marroquís que por razones de mejores cosechas fueron poco a poco estableciéndose en España, en modo alguno por connotaciones religiosas o de conquista como al final han estado divulgando desde el cristianismo vaticano por siglos, la corriente umbilical Marruecos-España-Cuba tiene un denominador demasiado común para que nuestros devoradores de zumo de naranja con alcohol, puedan al mejor estilo tertuliano despreciador de todo menos de la mano que le paga, alegue otras razones diplomáticas diferentes para que Marruecos y Cuba estén en contacto que siempre será muy beneficioso para ambos países.
En verdad que tal nueva comunicación Marruecos-Cuba es un paso diplomático digno de tener en cuenta porque está lleno de connotaciones favorables, y no presenta ni un solo matiz negativo o de pesar, y, entre otras muchas cosas favorables, porque a lo mejor el olvido tradicional de los sucesivos gobiernos españoles, que nunca han tenido en cuenta la hispanidad que reclama y gusta en Marruecos, y han sometido a un cruel abandono todo lo español que abundaba en cantidades de asombro por todo Marruecos, dejando que Francia afrancesara a placer, ahora puede, paradójicamente, que por la vía cubana, la hispanidad, una españolidad cubana que empapa mucho, moje más que la sosería de unos gobiernos españoles que no miran ni atiende lo que sus gentes les demandan.
Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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