Las oscuras relaciones entre Gabriel Escarrer y Fidel Castro

El avispado empresario mallorquín acudió a los funerales de Fidel Castro, con el que mantenía una especial relación.

 
El empresario y su grupo tuvieron siempre el apoyo del Ministerio de Inversiones Extranjeras de Cuba que en numerosas ocasiones expresó “todo el apoyo” a Sol Meliá y es que la relación entre el Gobierno de los Castro y la familia Escarrer siempre ha sido buena. El Consejero Delegado por ejemplo ha declarado abiertamente que con Fidel Castrodesde el principio existió una buena química nacida del mutuo respeto y amistad”.
Meliá fue la primera cadena hotelera internacional que firmó un contrato para gestionar un hotel en la isla, en 1990. «Su frase preferida, que repite siempre cuando habla de Cuba, es que ‘el turismo hermana países, supera fronteras, y propicia el desarrollo y el bienestar de los pueblos’. Fue capaz de convencer a Fidel Castro de que necesitaban no sólo inversión, sino el know-how, y su apuesta tuvo tanto éxito que hoy Meliá Cuba es la cadena extranjera líder en el país, con 29 hoteles operativos, y más de 10.000 empleados».
Precisamente en La Habana coincidió con el Rey emérito, con el que también ha mantenido a lo largo de estos años una «entrañable amistad». Escarrer fue uno de los promotores del regalo del yate Fortuna a Don Juan Carlos, una jugada maestra para el sector turístico balear.

Mano de obra esclava a su servicio

Pero detrás del gran conglomerado que han creado en Cuba y de la buena relación con la jerarquía comunista hay una triste realidad, la de los trabajadores cubanos.
Así, ninguna empresa operadora en Cuba puede aplicar ningún convenio colectivo originario de España con los trabajadores de los hoteles por orden expresa del gobierno cubano. Eso se traduce que además cualquier intento de incentivo hacia el trabajador económico aparte de su salario puede ser causa de restricción de contrato con dicha empresa y motivo de expulsión del país perdiendo toda la inversión efectuada automáticamente.
Sólo pueden cobrar el salario, y este no es lo que parece. Y es que el Salario abonado al trabajador por Sol Meliá puede ser en teoría el mismo que se cobraría en España, pero ese dinero no lo cobra el trabajador directamente, sino el estado Cubano, que a la vez es el que después paga al trabajador, convirtiendo su sueldo en auténtica miseria, ya que pueden quedarse según la categoría con hasta el 97% de la remuneración.
Y es que el “gobierno revolucionario” es el único empleador y como tal, discrimina en el empleo, confisca los salarios, y prohíbe explícitamente el derecho de los trabajadores de sindicalizarse y tener contratación colectiva, todo lo contrario a una doctrina comunista en el mundo occidental.
Mientras que se vende la importancia de invertir en Cuba para ayudar a un futuro cambio, la realidad es que hay beneficios para la empresa, para el régimen de los Castro y las migajas para los ciudadanos del país.

Escarrer congenió con Castro desde el primer momento

El comandante, necesitado de inversiones y divisas extranjeras, facilitó el camino para la constitución de la primera empresa mixta hispano-cubana que desarrollaría la industria hotelera del país caribeño. El Gobierno castrista había creado los instrumentos para ello: una compañía denominada Cubanacan con la que el grupo Sol constituyó al 50% la sociedad conjunta encargada de la construcción y puesta a punto de los hoteles. La parte cubana ponía la mano de obra y toda aquella materia prima de la que dispusiera el país, mientras que la parte española se encargaba de las importaciones.
Gabriel Cánaves, en ese momento director de recursos humanos, fue el encargado de pilotar el proyecto. Su elección es-tuvo motivada por su fama de hombre flexible y buen nego-ciador y porque, según intuían los responsables del grupo español, una de las cosas más difíciles de gestionar en Cuba era la mano de obra.
La empresa española no pagaba a los trabajadores, sino al sindicato, que era el que se encargaba de retribuir a los empleados. Claro que Sol pagaba en dólares y sus trabajadores cobraban en pesos. Además, la propia estructura del país hacía que si necesitaban contratar personal tuvieran que dirigirse a la organización sindical, que enviaba tres o cuatros personas para que la cadena realizara la selección. El sistema no les era novedoso del todo, pero lo que sí les resultaba chocante a los directivos españoles era el elevado nivel cultural que poseían sus empleados. Entre sus camareros y recepcionistas había médicos, ingenieros, economistas…
Era finales de los ochenta, en la presidencia de Estados Uni-dos estaba George Bush, la perestroika de Gorbachov triunfaba en el Kremlim y los norteamericanos no veían con buenos ojos que una empresa que comerciaba en Cuba tuviera negocios en su país, aunque también es cierto que aún no se había endurecido la situación ni se había implantado la Ley Helms-Burton. Sin embargo, la cadena Sol, que ya había comprado Meliá, se movía con cierta soltura entre dos mares. La hotelera firma un contrato, en régimen de gestión, con un hotel en Orlando, junto a Disneyworld: el Sol Orlando. Aunque este establecimiento no permanece durante mucho tiempo en manos de la cadena, la compañía española abre oficinas en Miami, Los Ángeles y Chicago.
Mientras tanto, Escarrer continúa su relación con Castro, y el empresario y el político inauguran en mayo de 1990 el complejo Sol Palmeras, en Varadero. Es el primer paso de una larga relación que ya ha dado como resultado 17 hoteles (un par de ellos estaban, a finales de 2000, en fase de construcción).
Después del Sol Palmeras los proyectos se dispararon y tan sólo un año después se inauguraba el Meliá Varadero, que en un principio se iba a llamar Sol Pétalos (por su forma estrellada y por el paraje en el que se encontraba) y que se realizó en un tiempo récord. Este hotel, que finalmente se decidió nombrar como la localidad en la que estaba ubicado, contó con la participación en el capital de un socio canario.
Castro asistió a la inauguración y en ella el empresario mallorquín se permitió hacer algunas alusiones a la situación del país y al sistema castrista al decir que «una necesidad urgente en países como Cuba es la implantación de cielos abiertos, apertura de oficinas de turismo en el extranjero, trámites aduaneros prestados con mayor simpatía, buen transporte interno, campos de golf, despliegue de atractivos que lleven a que el turista conozca efectivamente el pueblo de Cuba y sus parajes. Son requisitos para una buena andadura turística». La zona de Varadero, una de las más visitadas por los extranjeros que acuden al país, cuenta en la actualidad con media docena de establecimientos Sol Meliá.
La relación de Escarrer y Castro ha sido una constante desde que el empresario español decidió instalarse en la isla. De hecho, el comandante ha recibido en diversas ocasiones al hotelero mallorquín cuando éste ha ido a La Habana. Fue el propio Castro quien informó a Escarrer en noviembre de 1992 de que pensaba romper las relaciones con la cadena Oasis, una ruptura que oficialmente se produjo un mes más tarde.
El mandatario cubano valoraba la seriedad de la empresa española, que había mantenido precios y calidades cuando otras compañías habían dejado caer los precios al tiempo  que pretendían hacer de Cuba un destino para turismo de masas.
Y mientras se construían el Meliá Varadero y el Meliá Las Américas, también participados por la cadena española, se iniciaban los trámites para levantar un gran hotel en la capital cubana (el que más tarde sería el Meliá La Habana) y se firmaba un contrato para tomar en gestión el hotel Cohíba, el mayor de la isla. El siguiente paso era empezar a incorporar hoteles en gestión o alquiler una vez que ya se había demostrado con los establecimientos propios de lo que era capaz la empresa española.

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