La Hispanidad empieza en Cuba

Porque España, gracias a sus cultos y eficientes partidos políticos, que suelen engrosar en sus filas a lo mejorcico de aquellos alumnos que en la época cuando todo era muy duro, hasta el aprender, eran los que llevaban puestos la cabeza de burro que algunos maestros le hacían lucir a los malos estudiantes o a los muy revoltosos, son nuestros líderes.

Y, empezando porque los denominados lideres políticos actuales que encabezan los partidos políticos hispanos, y los raros bípedos que se sientan en las dos Cámaras de Madrid, y nada que objetar de las Comunidades, porque esas no sirven absolutamente para nada; y terminando por un pueblo español aspirante a jugar en primera división pero desde el banquillo, la Hispanidad es un ¿acualo? para todos estos serviles del yanqui, devoradores de hamburguesas y patatas fritas con mucha sal, y viajes de incognito a los paraísos fiscales.

Y, menos mal, que bajo el idioma español está Cuba, que, superviviente y sobresaliente sobre aquel mayor defecto y efecto, que en parte le fue ajeno a los emigrantes indianos, porque los acompañó como un parásito por las tierras del poniente nuestro: el clero católico, y se lo dejamos de herencia a aquellas gentes hermanas de habla y con muchos puntos costumbristas pasado el tiempo de la mala hora, para ellos, del Encuentro, o la Invasión.

El tremendo efecto social de la visera hacia atrás que tanto han dañado a los países de habla española o ibérica, por el contrario, al perder España la brújula totalmente por los dólares falsificados, la admiración y respeto por un país hispano, no ha quedado más remedio que mirar para el caso Cuba: geográficamente pequeño pero grande incluso en el hecho que en la larga lista de delincuentes políticos mundiales, no hay relacionado ni uno cubano.

Los que amamos la dignidad cubana, ahora tremendamente respetada en su integridad por todos los países de habla española o Ibérica menos por España que solo adora y respeta a EE.UU y a Inglaterra, aunque en la forma con la que hablan de Cuba mucha gente española; la rabia con que pronuncian su nombre, solamente están dejando florecer su mala condición de seres humanos egoístas.

Porque, entre otros valores, Cuba encabeza el sentimiento de Hispanidad, porque se lo ha ganado aunque sea entre la sonrisa estúpida del español que hace referencia al vaso de agua con azúcar para cenar algunos niños cubanos, y lanza las campanas al vuelo cuando algún asesino de poblaciones manifiesta su gran riqueza.

Mirando el proceder del pueblo español en general, de hondo desprecio hacia toda sombra de su paso por Las Indias, no es de extrañar que la indiferencia y el venderse al extranjero sajón, sea un fenómeno por cuya vía nunca va a llegar la justicia, ni nada que se le parezca, al género humano.

Y todos los pueblos, todas las gentes, aún en el grado de cultura que se encuentren, necesitan tener una especie de antorcha encendida que ilumine su caminar como especie gregaria. Y, en el caso actual, España, es el cajón de un sastre marrano, donde tiran los papeles que utilizan en el retrete los sajones y demás emboscados sociales.

Cuba, un país pequeño, geográficamente hablando, pero con una dignidad que no se ve en país alguno, capaz de aguantar un cerco económico bestial, inhumano, aplaudido desde la misma España oficial, que está haciendo todo lo que puede, y puede poder mucho, para que la injusticia mundial que llevan los yanquis bajo la manga, se enseñoree a tope en Cuba y Puerto Rico.

La esperanza social cubana, aunque estamos viendo que nunca va a venir por la vía de los abundantes países de habla hispana, no perdemos la ilusión de que alguna vez cambie el signo, porque, ahora, está Cuba por delante de farol de dignidad.

Y a España le encanta la gorra con visera hacia atrás.

Salud y Felicidad sin Otan. Juan Eladio Palmis

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