La América esencialmente española

En clara conformidad con los varios intelectuales de tiempos pretéritos que entendieron que el conocido concepto de Hispanidad solamente atañe a la sustancia esencial de una América transformada violentamente en mayoría por gente española, con predominio y triunfo mayoritario del conquistador con hábito y cruz, aquel criollaje resultante, en mi personal criterio, salvando y saltando las salvajadas puntuales de todas y cada una de las miles y miles de localidades, ojalá se espejearan cotidianamente en la sociedad hispanoamericana actual.

La Hispanoamérica de ahora infectada por botas imperiales militares diferentes, por la misma cruz, mismos hábitos, más otros ropajes clericales nuevos diferentes, actualmente no goza, ni por asomo, de los valores cívicos de paz, y ganas de bienestar de aquellas gentes emprendedoras que, en oleadas inmensas, salieron de este lado hacia allá porque se habían dejado todos los pelos en las gateras de este lado podrido.

España, los españoles, mayoritarios en el concepto de Hispanidad, no inundaron las sociedades hispanoamericanas de fábricas constructoras de los llamados bienes de equipo, pero gestaron, propusieron y lograron formar unas sociedades dignas, coherentes con sus principios, mucho más libres y plurales que las que están resultando ahora después de infectar con sus botas mercenarias y bienes materiales Usa, unos países que han retrocedido, prohibiendo el uso del tabaco en los locales públicos, pero fusilando en público a niños, ancianos y gentes de buen estado físico y mental.

La sumisión social actual, resultando de campear el imperio de EE.UU, por muchos menos años, pero más intensa y letalmente que España, ha logrado algo que, al margen que ha compartimentado la Hispanidad en departamentos imposibles de que en ellos pueda elevarse el pensamiento un San Martín o un Bolívar unificador, la muerte ajena es menos valorada que el sentido común, que nunca ha sido común en religión alguna, y, por tanto, no lo fue en la católica americana, que entendió al originario como herramienta de labor.

Pero, aun a pesar que la Hispanidad entendió al originario americano como una herramienta de labor, el conquistador rubio del norte, el sajón, con mucha diferencia del conquistador español exterminó pensando que tiene y tenía maquinaria para sustituirlo que rentabilizaba mejor lo conquistado y tan solo se dejó vivo aquellos nativos suficientes para sus infames juegos y devaneos sexuales.

Nadie, ni Rusia, ni China Comunista, ni Europa, y mucho menos esta estúpida España, van a acudir a sacar a Hispanoamérica de su propia chulesca, fascista, y brutal autodestrucción. Y por más que espere, lo debe de hacer sentada y cuidando de canalizar bien la sangre derramada por milicos que les encantaría hablar inglés, pero por su incultura tradicional no pasa de ser unos imitadores que han superado con creces la desconsideración tradicional sajona a todo aquel habitante que no tenga el cabello rubio.

España, nunca, y mucho menos ahora, ni fuimos ni somos gentes civilizando y dando cultura, porque para poder hacer algo así, primero hay que poseerlo. Y si no lo hicimos, la España actual por no tener no tiene nada de aquel espíritu de Hispanidad, que si queda algún poso, algún solaje de él, hay que irlo a buscar en la América actual, que, o se levanta, o así sentada sucumbirá, porque la peor cuña es la de la propia madera.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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