Elpidio y Superman, puerta con puerta

Al cabo de 54 años, Cuba y EE.UU. amanecieron este martes con embajadas aquí y allá.

Al cabo de 54 años, Cuba y EE.UU. amanecieron este martes con embajadas aquí y allá. Entre las banderas de Chipre y Croacia, ahí está la nuestra en el vestíbulo del Departamento de Estado, 19 días después de que los presidentes de ambas naciones se enviaran sendas cartas anunciando que restablecerían relaciones diplomáticas y misiones permanentes. Siete meses luego de que la Antártida que nos separaba se derritiera, a través de una llamada telefónica y varios encuentros anteriores, con Canadá y el Vaticano apoyándonos.
Aunque, en La Habana, las actividades por el acontecimiento ocurrirán el 14 de agosto, nosotros ya celebramos y “la de la Estrella Solitaria” arriada en 1961 retornó a la capital de la Unión. El León de Santa Rita, el Mayor General Vicente García, transmitió en su descendencia los genes independentistas y estos conservaron en un museo tunero lo sucedido aquel 3 de enero, cuando desde un asta se agravó la discordia vecinal, que iba para largo. Así somos los cubanos, si tenemos razón. La soberanía rebelde y el injerencismo yanqui de los ’60 rompieron, mas la primera nunca “se peleó” con el pueblo estadounidense.
Bruno Rodríguez percibió el lunes tolerancia a la autodeterminación e independencia de la Isla en el país norteño, por parte de funcionarios del gobierno de Obama, de personalidades seguramente sin modos de pensar exactos a los de los revolucionarios, y de la emigración patriótica, cubana y desprejuiciada. “No hay nada más inútil que querer vivir en el pasado”, expresó John Kerry, secretario de Estado, quien manifestó que “estamos decididos a vivir como buenos vecinos, sobre la base del respeto mutuo”. Sin secretos fue la llegada al momento actual entre Cuba y EE.UU., comentó en la ciudad de la Casa Blanca.
Fuera de los protocolos de la Convención de Viena y regulaciones diplomáticas, llevemos esto al barrio: las ofensas desaparecerán, soportaremos estridencias hasta cierto punto (pasadas las 12 de la noche se castigan al sueño y los oídos), habrá cooperación de haber algún contratiempo y, al discutir alguna desavenencia, no puede ser de portal a portal o tirándonos piedras, sino sobre la mesa. Haremos visitas mutuas e intercambiaremos dulces en determinadas jornadas, nos alegraremos del éxito del otro y sentiremos sus pérdidas, desaparecerá la desconfianza… siempre toma tiempo, pero tampoco es imposible. Eso entiendo por buena vecindad. Cuba y EE.UU. deberán respetar sus diferencias: los vecinos pueden tener creencias religiosas distintas, para uno los sábados son sagrados, para otros los domingos; sin embargo, la fe no motivará enemistades.
Continuarán montando “almendrones” (que se fabricaron allá y en su conservación nadie nos supera), harán más documentales sobre tiburones en la cayería, comprarán habanos y Havana Clubs de verdad, y volverán por los mojitos que bebía el Nobel de Literatura de Illinois. Nosotros veremos la serie Hijos de la libertad (está exhibiéndola el Canal Educativo) sobre patriotas norteamericanos del siglo XVIII – sin necesidad de “paquetearla” –, aparecerán disfraces en Halloween, regresarán algunos admirados de Disney World y vestirán prendas coloreadas con barras y estrellas.
Ideológicamente, se vislumbra un reto grande, al que le hará frente una población cubana deseosa de prosperidad, pero firme, sin entrar en contradicción con sus convicciones. Habrá beneficios a terceros, porque los diálogos entre Caracas y Washington, y la consecución de la paz en Colombia pudieran revitalizarse, según el propio Kerry, y empresarios de todo el mundo seguirán anticipándose a la “avalancha” de sus homólogos del Norte a La Mayor de las Antillas, ante un eventual desmontaje del Bloqueo.
El Canciller de la Reconciliación (Roa fue el de la Dignidad) aseguró que un futuro de relaciones diferentes se abre, tomémoslo literalmente e imaginemos un consulado en Tampa – en Miami todavía tardará –, y otro en Santiago de Cuba o Santa Clara, para tener trámites a mano. Ni EE.UU. dejará de ser superpotencia, ni Cuba perderá su Revolución. Ninguno se despreocupará de los derechos humanos, a pesar de las concepciones. Querrán demostrarnos que Rusia invade Ucrania y les diremos que lo hace la OTAN. Querrán aconsejarnos la ley del mercado y les hablaremos de la ley del socialismo…
Nelson Rodríguez Roque, ahora.cu

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